lunes, 20 de junio de 2011

ENSAYO sobre planificación urbana

Vivir en colectivo. Un análisis socio-antropológico del modo de habitar en los conjuntos habitacionales 



Mtra. Úrsula Alanís Legaspi
Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Azcapotzalco 

Al hablar del desarrollo de la vivienda popular en la Ciudad de México, invariablemente se debe hacer mención de los conjuntos habitacionales, los cuales han representado para cientos de familias la única posibilidad de contar con un techo digno.
            Con el paso de los años, los conjuntos habitacionales se han convertido para los ciudadanos y los habitantes que en ellas residen, en una opción de vivienda desacreditada, ya que presentan fuertes problemas como: deterioro físico de los inmuebles y espacios comunes, falta de solidaridad entre los vecinos, inseguridad, así como una escasa relación entre los residentes de los conjuntos, con las colonias o barrios circundantes.            
Para entender la vida social al interior de las unidades habitacionales, el espacio colectivo es un elemento determinante, en tanto enfatiza los diversos aspectos que conforman la convivencia vecinal (conflicto, armonía, indiferencia).
Materialmente, el espacio colectivo se concibe como el sistema unitario de espacios y edificios englobados en la estructura urbana que tiene incidencia sobre la vida colectiva, que definen un uso común para amplios estratos de la población y que constituyen la sede y los lugares de su experiencia colectiva (Gómez, 2005).
Según esta definición, el espacio colectivo se concibe más como un elemento social que como un elemento material, ya que por el uso que se le confiere o por la influencia que ejerce sobre la vida cotidiana de los habitantes del conjunto, éste se transforma todo el tiempo.
Cuando los espacios colectivos son aprovechados de manera adecuada, se convierten en un escenario fundamental para mantener la dinámica social de la comunidad. Dicha aseveración se refleja en el siguiente testimonio:

Porque mira, contamos con un espacio para tener las juntas y otro que tenemos un espacio para dar actividades... este... de manualidades tanto para personas de la tercera edad como para niños. A los niños les dan en este... en el periodo vacacional, o sea que son cursos de verano...antes ese espacio lo habían hecho como salón de fiesta para los condóminos (aja) pero después le dieron para kinder, y luego le quitaron el uso de kinder y luego pusieron este taller de manualidades... (Conjunto habitacional candelaria de los patos)

Es necesario recalcar que la falta de espacios colectivos al interior de las unidades es usualmente compensada por los espacios públicos del exterior, principalmente de los barrios vecinos. Las problemáticas derivadas de esta carencia se interiorizan paulatinamente en la dinámica social del conjunto habitacional, dando como resultado que la socialización se plantee al exterior, y que el sentido de pertenencia se desarrolle con respecto al barrio y no al conjunto.
La carencia de espacios colectivos útiles para la socialización, puede desembocar en el confinamiento de los habitantes en sus viviendas, con un consecuente deterioro de las relaciones vecinales. Al respecto, un vecino señaló:

Por aquí no hay una cafetería, un cine, un parque algo, no, nada de eso.
Aquí no puedes decir: “Me voy a platicar al parque”, porque no existe, bueno, sí existe, pero pu’s no está bonito. Aquí no hay nada bonito.
En la Cuarta y la Caracol no hay nada interesante, y pu’s, así a qué sales, por eso digo que estoy mejor aquí adentro, que allá afuera (Conjunto Habitacional Fiviport)

Sin embargo, es necesario mencionar que en la misma medida que los espacios colectivos pueden ser lugares de convivencia e integración de las dinámicas sociales del conjunto habitacional, también representan  elementos de conflicto que reflejen la poca participación colectiva y peor aún, la desintegración de las relaciones vecinales. Entre los procesos que deterioran la vida social podemos destacar la falta de acuerdos sobre el uso de los espacios colectivos, y su fragmentación por medio de la ‘privatización de lo público’, con el consecuente conflicto vecinal.
Es necesario considerar la dimensión negativa de los espacios colectivos, en tanto suelen representar, más que elementos de convivencia, puntos de conflicto. Su nula apropiación positiva, permite que en ellos se desarrollen actividades delictivas:
A lo largo del análisis de la investigación surgieron elementos que me permitieron afirmar que los espacios colectivos reflejan, de forma material y simbólica, el estado de la vida social del conjunto habitacional, ya sea como un lugar de conflicto y enemistad, o de acuerdo, que evoluciona a partir de las decisiones de la colectividad, considerando indisoluble la unión entre  la estructura material (edificaciones, jardines y plazas) y las relaciones sociales.

Relaciones vecinales  
Una de las características del modo de habitar[1] en las unidades habitacionales es la posibilidad que tienen sus residentes de formar relaciones sociales diversas, las cuales se fomentan y consolidan por medio del trato cotidiano entre vecinos, y el uso de las áreas colectivas. Esto puede generar sentimientos de pertenencia e identidad con el espacio en el que habitan o, por el contrario, efectos de animadversión, ya que como pude constatar, el trato cotidiano también puede generar intolerancia y conflicto, sobre todo cuando se quebrantan las reglas de convivencia vecinal, no en todos los casos claras y establecidas, como procurar no hacer ruido a altas horas de la noche o participar en el mantenimiento de las áreas comunes.
            Este tipo de problemas se generan con mayor frecuencia entre los vecinos más cercanos, ya que a medida que aumenta la distancia entre las viviendas, disminuye la intensidad de las relaciones vecinales y, por ende, el conocimiento de los conflictos que se generan en espacios en donde no se tiene ningún tipo de vinculación. Por ello, al hablar del tipo de convivencia que se entabla con los vecinos de todo el conjunto, la mayoría de los residentes las señalan como ‘buenas’, por supeditarse a saludos corteses y esporádicos. Esto parece expresarse con claridad a través del testimonio de dos de mis informantes:

Ehh…hay una convivencia amable, un respeto entre las personas que se conocen, que se saludan, pero de ahí no existe una relación así muy estrecha entre la gente, no, no, no, no existe eso (Conjunto Habitacional Cañito 144).

En conjunto, no hay, porque todos hacen lo que queremos y hacemos lo que vemos; o sea… (La esposa del informante intervino y dijo que la relación entre los vecinos del conjunto se limita a los saludos)… buenas días, buenas tardes, y el que te conoce y el que te habla: “Ah ¿Cómo estás? ¿Cómo te ha ido?” Bien, nada más; o sea, que tú vayas a los otros sectores y platiques con ellos, no, ahí sí ya no, porque ya… de aquí del sector, pu’s yo conozco al vecino de enfrente, al del otro edificio, y ¿Cómo estás? ¿Cómo te ha ido? Bien, y ¿Qué vamos a hacer? Y es lo único que comentamos (Conjunto Habitacional Fiviport).

            Cabe hacer mención que el diseño de las viviendas y la disposición arquitectónica de los conjuntos habitacionales son elementos importantes para estudiar la formación de vínculos entre los vecinos.
            Las relaciones entre habitantes, por medio de los espacios, es un proceso que se construye con el tiempo. Las áreas semiprivadas[2] y semicolectivas[3] fomentan la interacción entre los residentes y generan sentidos de pertenencia con el lugar en el que se habita. Cuando se carece de este tipo de espacios, las relaciones vecinales se fragmentan, y se disminuye la satisfacción residencial:

Yo creo que cuando construyeron esto, no pensaron en estos lugares (espacios colectivos), sólo pensaron en los departamentos y en el estacionamiento, pero ¿Dónde van a jugar los niños, donde va a caminar la gente, donde pues va a salir uno a caminar?, pues nadie pensó (Conjunto Habitacional 5 de mayo).

            Las áreas comunes deben cumplir la función de fomentar la socialización entre los vecinos; sin embargo, se ha visto que algunos residentes las han ocupado para beneficio propio, dificultando la posibilidad que tiene el resto de los habitantes para acceder a áreas que también les pertenecen. Los mecanismos de apropiación de estos espacios pueden ser, desde poner macetas en los jardines, edificar construcciones en áreas que aparentemente nadie ocupa o adaptar pasillos y andaderas como tendederos o bodegas: 

Contamos con el espacio del contenedor, contamos con un espacio que es de la unidad que se le llama el squash, que es pues donde se hacen las fiestas y eso, pero lo tiene tomado uno que fue administrador, y dicen que se lo vendieron a él (Conjunto Habitacional Xopa).

Cerraron una área común, tienen un montón de cochinadas afuera… basura, porquería y media, eso no debe de ser, eso son áreas comunes no para que se las adueñen. Yo digo que debe de haber algo que los  haga que  respeten eso. Tienen un montón de cosas afuera: mesas, sillas, mugre y media, ya vez Rogelio, tiene: tablas, puertas, bicicletas, llantas, quien sa’ que tanto tiene afuera. La de aquí enfrente tiene basura, tablas, cajas, quien sa’ que tanto, bueno,  allá en el rincón ya hasta se bardearon, ya se enrejaron, ya tienen reja ya no dejan pasar a nadie ahí, ya se adueñaron de la área común,  como si hubieran pagado ellos esa parte. Yo creo que ahí sí debe de haber una autoridad ¿No? que venga por lo menos cada… pus… unas dos veces al año ¿No?, a ver que no haya invasión de áreas comunes (Conjunto Habitacional Cañito 144).

            La invasión de las áreas comunes surge a partir de la necesidad de algunos residentes por contar con mayor espacio dentro de sus viviendas, para llevar a cabo sus actividades cotidianas. Este problema también refleja la débil administración y gestión del habitar que se lleva a cabo dentro de las unidades, ya que la apropiación de los espacios colectivos genera, además de conflictos entre los vecinos, un alto grado de inseguridad, ello se puede constatar por medio del siguiente testimonio:

Un camión de mudanzas se incendió con todo y todo… en el estacionamiento, y no podían entrar los bomberos, porque había carros a los lados, y entonces, los camiones de bomberos vienen grandísimos, y había jaulas, y entonces no se puede. Todo eso ya fue lo que ya la gente no entiende; o sea, no debe haber, no debemos cerrar nuestros espacios, por qué razón, porque puede pasar un accidente (Conjunto Habitacional Fiviport).

            En síntesis, podemos decir que el uso y diseño de los espacios incide en los procesos de socialización de los habitantes de las unidades habitacionales, quienes en busca de mejorar sus condiciones de vida, tienden a quebrantar las reglas de convivencia básicas que se intuyen, deben llevarse a cabo, cuando se habita en un multifamiliar. 

Ideal de vivienda y expectativas
Hoy día, la vivienda sigue constituyendo una de las grandes demandas de la población que reside en la Ciudad de México. Contar con una casa propia es el deseo de aquellos que aspiran construir un patrimonio para su familia, aún y cuando la calidad de la vivienda en oferta no cumpla con las expectativas anheladas en un principio.
            Vivir en un conjunto habitacional representa para un amplio sector de la población, la opción más viable de contar con una vivienda económicamente accesible, a pesar de las deficiencias estructurales que éstas muestran a simple vista, como: inseguridad, descuido o invasión de áreas colectivas, falta de mantenimiento en las fachadas y áreas verdes, y carencia de servicios básicos alrededor de las zonas en las que fueron edificadas. 
            Al sumar este listado de elementos negativos con el reducido espacio de los departamentos, y los problemas cotidianos que se generan al habitar en un espacio en donde coexisten personas con distintas maneras de entender y llevar a cabo la vida en comunidad, no es de extrañar que varios residentes muestren inconformidad ante sus condiciones de habitabilidad, esperando el día en que puedan mudarse a una zona que les proporcione mayor tranquilidad y comfort:

Allá arriba por la salida a Cuernavaca, allá por San Andrés ¿Cómo se llama? (El informante volteó a ver su esposa, pero ella no supo responderle) También es muy bonito por ahí, y ahí también tenemos familiares, y también está muy pacífico, muy tranquilo, puedes estar al aire libre, por eso te digo que está muy, muy padre ese lugar, pero también son casas; ahí no hay unidades, ni nada de eso (Conjunto Habitacional Fiviport).  

            Al no contar con los medios suficientes para cambiar de residencia, al ser propietarios de las viviendas, o al ya haber formado los medios necesarios para subsanar sus necesidades básicas, algunos habitantes mostraron conformidad con los hechos que acontecen dentro de sus conjuntos:

A mi pues que más me gustaría, que vivir en una casa propia, yo toda mi infancia pues estuve acostumbrado al espacio, a tener mucho espacio en casa de mis papas, me acuerdo que podía salir a correr, a jugar, a caminar y todo dentro de mi casa, ahora de viejo, pues no me desagrada estar aquí en este espacio tan pequeño, pero pues es nuestro (Unidad Habitacional 5 de mayo).

Tal vez si me fuera yo pero me sería muy difícil, porque le juro yo si me siento bien y aquí está mi fuente de trabajo yo, yo me vine ahora si que como dicen sin nada, sin nada, sin nada y bendito sea Dios pues aquí me hice de mi tienda, de mis cosas, pero no, no me iría yo de acá, para nada, para nada (Conjunto Habitacional Xopa).
           
            La falta de solidaridad entre los vecinos, producto, en varias ocasiones de conflictos generados entre ellos mismos, ha provocado que buena parte de los residentes argumenten que si tuvieran la oportunidad de mudarse, no lo harían de nueva cuenta a un conjunto habitacional, por ya haber experimentado las problemáticas que genera el tratar de llegar a acuerdos para desarrollar una ‘buena vida vecinal’:

A mí sí me gustaría ya irme; o sea por muchos problemas que hay aquí… antes te digo que estábamos muy tranquilos, no teníamos problemas con nadien, con nadien teníamos problemas. Antes llegaban: “Oye, préstame esto”, Pu’s tómalo, “Oye, tengo problemas”, Pu’s los resolvemos; ora ya no, ya todo se perdió, y por eso mejor optamos por no ayudar a la gente, no ayudar a nadien, como así como todas las unidades, que se caiga a pedazos (Conjunto Habitacional Fiviport).

            El ideal de vivienda para mis informantes fue la casa propia, ya que ésta les permitiría tener más privacidad y no efectuar algún tipo de arreglo para solucionar problemáticas relacionadas con la gestión de la vivienda:

Yo preferiría una casa grande donde pudieran jugar mis nietos, donde tuviéramos espacio para hacer más cosas y no estar solo aquí encerrados; pues si, yo creo que una casa grande con un patio grande, aunque nos quedara mucho espacio, no importa ya veremos como lo ocupamos, pero pues aquí estamos (Conjunto Habitacional 5 de mayo).

            El proceso de habitar se construye a partir de las expectativas vecinales y habitacionales de los residentes, las cuales se recrean a partir de la vida cotidiana en colectivo. Es necesario recalcar que para mis informantes, la expectativa de una nueva vivienda radicó en la necesidad de contar con un espacio que, más allá de las características físicas de comfort que ésta les pudiera proporcionar, les permitiera evitar los conflictos que viven en la actualidad.

Conclusiones
A lo largo del presente trabajo expuse, a grandes rasgos, las principales problemáticas que sortean los habitantes de los conjuntos habitacionales, las cuales quedaron expuestas a través de los testimonios recabados. Éstos me permitieron llegar a las siguientes aseveraciones:
            Existe una valoración positiva de los informantes hacia su vivienda; no del conjunto, ni de las relaciones condominales. La vida familiar se contrasta con la vida que se realiza en colectivo.
            Los espacios colectivos se manifestaron como un reflejo de la dinámica social al interior del conjunto. En sus aspectos más relevantes (uso, gestión, apropiación positiva o negativa, diseño etc.) estos espacios denotan una forma peculiar de socializar, ofreciendo un panorama general de la evolución de la comunidad, denotando a su vez nuevas problemáticas (delincuencia en los espacios, destrucción o abandono de los mismos, etc.).
            Cuando estos espacios son privatizados se propicia una desarticulación en la continuidad de la vida social del conjunto habitacional, y pierden valor social como Cuando un espacio se privatiza se monofuncionaliza, es decir pierde valor como espacio de socialización y se convierte en un espacio de conflicto.
La dimensión del habitar se construye a partir del desarrollo de la vida cotidiana de los ocupantes, de ahí la importancia de fomentar entre ellos sentimientos de pertenencia de identidad con su espacio habitacional, ya que así mejorarían las relaciones habitacionales y, por ende, se establecerían con mayor prontitud y eficacia estrategias que permitieran aminorar las problemáticas que conlleva vivir en colectivo.
El inicio de la vida en condominio, se caracteriza por la armonía colectiva, así como por la formación de relaciones vecinales englobadas en el respeto y la convivencia cotidiana; sin embargo, ésta última se modifica debido a las formas particulares del actuar de los habitantes.
La administración de los conjuntos habitacionales se relaciona con la necesidad de resarcir los problemas que aparecen en la utilización de los espacios colectivos, a través de la interacción social; sin embargo, cabe mencionar que éste no es sólo un problema de los habitantes, integra a los gobierno no como facilitadores en la creación de vivienda, sino como reguladores de la relaciones vecinales y su impacto, sobre el conjunto habitacional en general.

Bibliografía:

ü  Gómez Fuentes, José Humberto (2005), Espacios, actores, prácticas e imaginarios urbanos en Mérida Yucatán México, México, Universidad Autónoma de Yucatán.  
ü  Villavicencio, Judith (2006), Conjuntos y unidades habitacionales en la Ciudad de México: en busca de espacios sociales y de integración barrial, México, Universidad Autónoma Metropolitana. Azcapotzalco y Red Nacional de Investigación Urbana.


[1] En términos generales, cuando hablamos de ‘habitar’ estamos haciendo referencia, esencialmente, a un hecho social, en el cual se encuentran o vinculan, por un lado, la habitación (o vivienda) y por otro, las personas que habitan, que desarrollan el proceso de habitar, y que no son otros que los miembros de una familia considerados individualmente y, sobre todo, como grupo (Villavicencio, 2006: 32).
[2] Incluyen los accesos más directos e inmediatos a la vivienda, como son los pasillos y las pequeñas áreas verdes contiguas a los edificios (Villavicencio, 2006: 35).
[3] Incluyen los andadores, las escaleras y los pequeños patios comunes que conectan a los habitantes con una parte mayor del conjunto habitacional (uno o pocos edificios) (Villavicencio, 2006: 35). 



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