A propósito de "Cuentos desde el mesabanco".
Antología estatal.
Cuentos de alumnos de Educación Básica
por la Dra. Sara Ladrón de Guevara
Directora del Museo de Antropología de Xalapa
presentación del libro durante la
21 edición de la Feria del Libro Infantil y Juvenil Xalapa 2010
Sorpresa tras sorpresa, ocultas en el mesa-banco, hoy encuentran espacio en una antología de cuentos.
Son relatados por niños que viven lo mismo medios urbanos que rurales; de la sierra que de la costa; monolingües que bilingües; de educación pre escolar, especial, indígena, primaria o secundaria; de tradiciones náhuatl, totonaca, zoque popoluca o simple y complicadamente mexicanos; niños unidos por formar parte del sistema de educación básica del estado de Veracruz.
Setenta y siete cuentos breves, de al menos ciento tres autores, pues algunos son colectivos y “Una noche de espanto es anónimo”, son algunos tan breves como haikus, y nos permiten vislumbrar mundos diversos, sueños, tradiciones, miedos y placeres.
Así, por ejemplo el cuento “Familia”, de Lizbeth Zamora Ascencio del Centro de Atención Múltiple no. 16 en Xalapa, nos relata:
“Había una vez…mamá, papá e hijos.
En el día los hijos estaban solos.
Su mamá se iba a trabajar y regresaba todas las noches bonitas.
Pero las noches feas no.
Su papá se iba a trabajar muy lejos y tardaba mucho en regresar.
Cuando aparecía en el cielo los hijos corrían a abrazarlo.”
Eso es todo, un cuento completo. Así inicia, así concluye. Hay más espacio para imaginar lo que falta, que la información que nos da.
Es algo así como el famoso “Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí” de Monterroso. Aunque Lizbeth seguramente nunca reflexionó sobre las influencias de su pluma.
Este libro se trata de dar voz a los niños a los que generalmente pedimos que en silencio escuchen las lecciones.
Se trata de dar la pluma a los que siempre pedimos que lean, y sus plumas, más que de tinta resultaron de aves, pues vuelan por infinitos paisajes, con distintos ropajes, con lindos colores, con poderes extrahumanos tan lejos como las estrellas, tan cerca como su corazón ve y siente el mundo que les rodea, el real y el de a mentiritas, el de sus cuentos y el de sus sueños.
Los animales aparecen por montones. Así nos enteramos de un burrito cansado, un toro amigo, una abejita valiente, un cangrejo, una jirafa comelona, varios perros, uno llamado “Azul Marino” y otro malvado, una tortuga amiga de un delfín, un elefante con hijitos, ¿será el mismo papá elefante de la canción de Cri cri?, ¿será que compartimos referentes a pesar de la brecha generacional? En fin, hay también un par de conejos, uno llamado Salvador, un guajolote, una lagartija, un par de totolas, una de las cuales es feliz, una rana, un gato que se enfrenta a un fantasma, el conejo Florencio, una gallina, un caballo de mar, un lobo, un caballo, un burro, una chuparrosa y hasta dos amibas. El común denominador es que todos estos animales hablan. Son personajes que comparten conciencia y valores con los niños, sus creadores, por que fueron hechos a semejanza suya, con su idiosincrasia, con su sencillez, con su pureza, con sus miedos, con sus risas.
Hay también seres fantásticos de tradiciones diversas, los hay que podrían ser sacados de los cuentos de Andersen o los hermanos Grimm, pero en ocasiones se refieren a personajes propios de tradiciones indígenas. Así, mezclados de lejanas tradiciones podemos enumerar juntos, pero no revueltos, al chaneque travieso, al rey Tristeza, un fantasma, el rayo, con personalidad propia, no sólo como fenómeno meteorológico, un muñeco de nieve, un bosque encantado, un diablito, un enmascarado, una sirena y una mamá que se convierte en monstruo, equilibrada en el volumen por otro cuento dedicado a una Súper mamá.
No todos los cuentos tienen finales felices, No todos concluyen con la frase “y vivieron felices para siempre”. Aunque sí algunos, entre ellos el de Vanessa Domínguez Hernández, de la Escuela primaria indígena “Juan Aldama” en Coxquihui, quien sí permitió que el guajolote encontrara el amor de su vida en una totola muy bonita y nos lo relata en tutunakú.
Pero en muchos sorprenden las situaciones adversas, la desesperanza de un final trágico.
Así, no sólo la chuparrosa anda en busca de su amada y hasta la fecha no la ha encontrado, como nos cuenta también en tutunakú Yara Karla Lara Valencia de la escuela primaria indígena Rafael Ramírez en el Espinal, sino que nos enteramos de finales francamente tenebrosos, como el de Aline Joselyn Allende de la escuela primaria Agapito Baranco en Ixhuatlán de Madero, en el que el último personaje en tomar la palabra afirma: -¡Yo soy el diablo y vine por ti! Ja ja ja ja ja
Hay también finales violentísimos como el que nos cuenta Gaspar Cruz Valderrama de la escuela secundaria técnica 67 de Álamo en que una criada es envenenada por la señora de la hacienda por comer sin pedir permiso; o el de la triste historia de Adrián, relatada por Rodrigo Antonio Ramos Mulato de la Escuela Secundaria técnica 32, de Cosamaloapan que concluye en un suicidio; o el del niño perdido en la ciudad, escrito por Esteban Flores Félix de la escuela telesecundaria Pedro de Gante de Ixhuatlancillo quien relata de principio a fin: “(…)los papás de Antelmo discutían acaloradamente, como siempre lo hacían por culpa del desempleo y la falta de dinero. Esta situación provocaba que el niño fuera maltratado, hasta que ese día decidió fugarse de su hogar.”
Podríamos en ese sentido reconocer aquí cuáles son los problemas, las frustraciones, los temores, de muchos de nuestros niños. Pero por fortuna, podemos también saber de sus alegrías y sus risas, de sus sueños y sus deseos. Los cuentos son como nuestros niños: transparentes.
Los relatos por ello resultan diversos, los hay entonces, tristes o alegres, con moralejas o sin ellas, no todos siguen tiempos lineales. La variedad de textos es igual a la variedad de niños, nuestros niños veracruzanos.
Celebro los esfuerzos de muchísimas personas que hicieron posible esta publicación, no solamente los autores, sino de las autoridades de Educación Básica, muy especialmente de la Profra. Xóchitl Osorio Martínez quien encabeza los esfuerzos de esta subsecretaría y los del Programa estatal de lectura, coordinado por el Profesor Omar Cruz Hernández, quien además escribió la presentación de este volumen y coordinó la edición; así como también de los compiladores, ilustradores, coordinadores, revisores, correctores y diagramadores de este volumen. Todos ellos hicieron saber a nuestros niños mediante la publicación de sus “Cuentos desde el mesabanco”, que es posible alcanzar metas, ver sueños realizados, convertirse en autor, por que como dice Marisol Rodríguez García de la telesecundaria 5 de Mayo en El Chico en su cuento La Estrella: “los deseos sí se cumplen”.
Xalapa-Enríquez, Veracruz. Julio de 2010