Iniciando el viaje en Italia
Estaba en Francia cuando abordé un avión rumbo a Italia, toda la gente subió muy contenta hablando francés, pero al bajar todos lo hicieron hablando italiano. Eso me asombra de los europeos en general, casi todos hablan más de un idioma y cambian de idioma con mucha facilidad, tanto que en una comida se puede hablar hasta cinco idiomas diferentes, dependiendo las nacionalidades que en ese momento estén conviviendo. Bueno, esta generalidad no es precisamente una característica típica de los italianos, pues a ellos les encanta tanto su idioma que no ven la necesidad de aprender otro. Son pocos los italianos que se aventuran al aprendizaje de varios idiomas.
Milán
En Milán estuve sólo un día, pude ver la reparación del Duomo di Milano que es una catedral gótica, la segunda más grande del mundo. Estando en Milán (como típico turista) caminé por esas tiendas de grandes diseñadores donde una bolsa de la marca Louis Vuitton puede costar hasta 3000 euros, (no creo en Dios, pero sin lugar a duda comprar una bolsa de ese precio debe ser pecado). Cabe mencionar que la gente más compradora son los asiáticos, principalmente japoneses, ellos son los que invaden esas tiendas y consumen sin pensar lo que ahí les ofrecen. Es curiosos además observar que a dos cuadras de ahí hay replicas de esos productos muy por debajo del costo original, los ofrecen vendedores ambulantes normalmente inmigrantes de origen africano, pero no son “ambulantes establecidos” como los hay en México, estos realmente tienen que andar sorteando a la policía para poder vender.
Roma
Lo primero que vi en Roma fue la estación de trenes y como es de suponerse no es la cosa más bella del mundo, sobre todo porque la gente nos había dicho que Roma era un poco peligrosa. Evelyn (la amiga con quien viajaba) y yo llegamos a la ciudad de noche, no teníamos reservación en ningún hotel, así que nos dimos a la tarea de andar buscando hoteles a esa hora, caminando y cargando unas maletas que pesaban como una tonelada de piedras (ya se que es lo mismo decir una tonelada de piedras que de algodón pero el uso de la hipérbole es para imprimir mayor dramatismo al relato).
En Roma nos quedamos en un hostal. La experiencia no fue muy grata, hay mucho ruido, hay que pelear por la comida, por el baño y hasta por las camas. Lo mejor que nos pasó ahí fue conocer a unas catalanas con las cuales coincidimos en varias cosas, una de ellas fue que el ex presidente Fox era un idiota y otra lo incomodas que resultan ser las maletas de alpinista, sobre todo después de ir de compras en las rebajas de verano. Tanto ellas como nosotras maldecíamos a nuestros novios y amigos que nos las habían aconsejado y hasta prestado. Lamentábamos juntas no haber llevado la maleta de rueditas, a la que, por cierto, le cabían mucho más compras.
No pensé que Roma me fuera a cautivar tanto, antes Roma sólo me remitía al aspecto religioso, sin tomar en cuenta que ahí surgió casi toda la cultura occidental. Esta ciudad fue declarada patrimonio de la humanidad en 1980, hay monumentos milenarios como el Coliseo, considerado actualmente una de las maravillas del mundo.
Otra de los grandes atractivos de Roma es la plaza de San pedro en el Vaticano, es simplemente majestuosa. En verano Europa se llena de turistas, hay que hacer grandes filas para entrar a todos los atractivos, la basílica no es la excepción, para poder entrar hay que ir vestidos lo suficientemente recatados, de lo contrario te negarán el acceso.
La arquitectura de la ciudad es barroca y renacentista, para los extranjeros es particularmente bella, para los romanos acostumbrados a ella les parece un poco pasada de moda.
Otro de los muchos atractivos es
En Roma viajamos gratis sin querer. La primera vez nos subimos a un autobús que tenía un letrero que no vimos pero decía en ingles e italiano “no suba si no tiene boleto”. Por la costumbre de pagar a los microbuseros quisimos hacer lo mismo y nos llevamos tremendo chasco. No nos bajaron porque los autobuses no pueden hacer parada donde sea y los choferes no son tan iracundos como los mexicanos. Después, compramos en una maquina y nos dio unos expirados, cada vez que subíamos a un autobús y checabamos nuestros boletos se prendía una luz roja que emitía un sonido como de alarma. De esa manera, todos los pasajeros se daban cuenta que nuestros boletos eran un fiasco y estábamos viajando literalmente sin pagar. Lo hicimos varias veces hasta que nos dimos cuenta que esa luz roja no era normal. Cuando quisimos comprar boletos que sirvieran, las tabaquerias (lugares donde los venden) estaban cerradas. Así, que una vez más tuvimos que subirnos sin un boleto normal a un autobús, pero esta vez deliberadamente. Ese chiste nos pudo costar una multa de 50 euros.
Sin temor a equivocarme puedo decir que Roma es una de las ciudades más bellas donde he estado. Sólo espero que la moneda en
continuará...
1 comentario:
El regreso.
Nadie sabe cuándo puede suceder.
El lucero del alba surge en tu gracia
Y al amanecer el olor a tibieza
Sigue acompañando tu cuerpo.
En tu mirada se confunde
la utopía y lo innegable.
En tu costado yacen juntos
el origen de lo insondable y lo asequible.
Afable y apacible, en un altar de incertidumbre
Permanece la esperanza unida al recuerdo,
rasgada y abrazada en las telarañas
de una ausencia demasiado prolongada.
No sospecha el guerrero en qué lugar
de la batalla caerá de rodillas.
Salir de casa para conquistar mil mundos..
y la mejor victoria se consigue
Con el lucero del alba donde emana tu gracia:
En un amanecer con olor a tibieza,
Naciendo al nuevo día,
con la magia de tu cuerpo.
Por: Luis Carlos Moreno Cardona
saludos
Publicar un comentario