miércoles, 31 de octubre de 2007

PONENCIA sobre nuevas técnologías

La construcción del conocimiento y las nuevas tecnologías
Por: Israel Hernández Ceballos
Mayo, 2006



“En la profesión tan peculiar de llegar al fondo de los problemas de la educación, se tiene que volver a un método artesanal, un poco medieval, que implica una relación entre maestro y discípulo. En la medida que un maestro es capaz de asombrarse y transmitir el sentido de asombro a su alumno, es un buen maestro”
Dr. Pablo Latapí Sarre


Recientemente el constructivismo, como método psicopedagógico, ha tenido auge en la educación en nuestro país como una tendencia tardía a las influencias europeas; no obstante, el desempeño docente ha puesto de manifiesto el desconocimiento de este método por parte de los mismos, dejando mucho que desear en los resultados obtenidos hasta el momento.

El constructivismo es un proyecto que involucra directamente a los principales actores del proceso enseñanza-aprendizaje, es decir, al docente y al alumno; surge como un planteamiento psicopedagógico que intenta aprovechar al máximo la capacidad de los individuos para poder interpretar su realidad. Esto implica un trabajo organizado y bien delimitado, sin dejar a un lado los objetivos; éstos tratarán de involucrar al alumno, a través de diversas técnicas, para que ellos mismos exploren los contenidos que puedan ser más importantes dentro de su propia realidad.

La teoría del constructivismo parte de que un grupo de individuos construya y/o genere su propio conocimiento a partir de los saberes previos que posee acerca de un determinado tema; teniendo en cuenta sus características y capacidades, que van desde la edad, experiencias, hasta la cultura y el acceso a servicios y tecnologías, con la finalidad de lograr un nivel homogéneo. Una vez reunidas dichas características y capacidades es posible iniciar con el planteamiento de los objetivos que se intentarán alcanzar a través de la experiencia educativa.

El constructivismo, contrario al conductismo, es flexible ante las estrategias de enseñanza que se utilicen para hacer impactante en el alumno situaciones que le permitan extraer conocimientos que le ayudarán a alcanzar los objetivos. Lo más interesante de todo esto es la interacción docente-alumno; ahora el docente tiene un papel propositivo y moderador en el debate que se suscite en el grupo, ahora es visto como un guía o monitor, pero también su participación se ve un tanto limitada a no permitir el desvío de los alumnos durante el recorrido de los tópicos. Se deja atrás esa enseñanza frontal o tradicional para pasar a un diálogo socrático, a un debate o, en este caso, a una instrucción a distancia donde el contacto entre quien enseña y quien aprende se realiza mediante mensajes transmitidos por diversos medios, en ocasiones con desfases en el tiempo.

Pero retomemos el punto anterior y veamos que aquél es, precisamente, el inicio del “conflicto” entre docente y alumno bajo esta modalidad, ya que la premisa es que el alumno obtenga conocimientos a través de un proceso experimental con ejemplos sacados de su vida cotidiana, o bien, producto de un proceso de meditación el cual pueda contrastar posteriormente con la realidad, teórica o tangible. Es decir, el alumno construirá su conocimiento a partir de su cotidianeidad, de la relación con los diferentes grupos: familia, amigos, entre otros.

Por supuesto que iniciar con un enfoque tan ambicioso requiere contar con los elementos que permitan al docente desarrollar plenamente su clase, una vez cumplidas las características del grupo, la posibilidad de integración necesaria y sobre todo tiempo, ya que el construir conocimientos no deberá limitarse por este factor, pues se debe considerar que no todos los individuos tienen un ritmo de avance similar, se ven limitados por sus aptitudes, destrezas y habilidades, y requerirán atención especial; he aquí donde el docente tendrá que mostrar sus dotes de profesionista para evitar una posible separación temporal de aquellos alumnos más atrasados en el proceso y no permitir que se vea frustrada la finalidad de la experiencia educativa. Debe lograr la conformación de un grupo donde todos se involucren y tengan consciencia de que todos son responsables de lo que se vaya a aprender; inculcarles los valores de responsabilidad, respeto, tolerancia, al mismo tiempo que se les enseñe a ser críticos, reflexivos, analíticos, activos, participativos, cooperativos. En otras palabras, el trabajo con los alumnos debe ser colaborativo, y en cuyo escenario converjan diferentes estrategias tanto de enseñanza como de aprendizaje, a fin de abordar un objetivo temático desde distintas perspectivas.

Por lo anterior es que de debe contar con docentes que estén involucrados 100% con el grupo, pues se deben observar los avances logrados y con ello se deberá presentar una nueva forma de evaluación de contenidos, que incluirá la utilización de diferentes instrumentos como las listas de cotejo, en la que se evalúan productos; las guías de observación, que evalúan desempeños; las propias autoevaluaciones y las coevaluaciones; además de las escalas valorativas y las rúbricas.

¿Y Sociología SEA de la UV será compatible con las nuevas tecnologías?

En la actualidad, y bajo la propuesta de volcar la educación superior hacia un modelo en el que el uso de las nuevas tecnologías sean la herramienta básica de la pedagogía cognitiva, se establece un espejo de la premisa de la “sociedad cuantitativa” en la que se han convertido las sociedades modernas (más máquinas, más tecnologías, más ganancias, más información, etc.), como si la solución a todos los problemas de nuestra sociedad dependiera exclusivamente de aumentar todo en cantidad y a menor costo (más matrícula, más contenidos, más cursos, más bibliografía, menos edificios, menos docentes, menos insumos mobiliarios, etc.), creando así una nueva atmósfera en la que la nueva psicología social será que el problema educativo mejorará abriendo más espacios para los aspirantes, aunque con una moralidad y una ética menos sólida.


A pesar de las continuas declaraciones que insisten en la necesidad de superar el verbalismo, toda la estructura de las prácticas educativas sigue sosteniéndose sobre la creencia de que la palabra es la única forma en la que se puede adquirir el conocimiento; con esto se hace entender al alumno que aquella pedagogía de exposición del docente y aquello que se plasma en los textos es la fuente básica cognitiva, el saber único, dejando muy latente la idea de que la experiencia propia nada tiene que ver con la adquisición de conocimientos, con ello se deja fuera toda posibilidad de interacción con nuestro entorno y con nuestros semejantes y, sobre todo, enterrando todas nuestras habilidades del pensamiento crítico.

Es verdad que las nuevas tecnologías nos han abierto una enorme ventana hacia fuentes más vírgenes de pensamiento, nuevos puntos de vista y hasta nuevas maneras de manipulación de entes imperialistas que pueden tener el control sobre la información que es vertida en los medios, pero al mismo tiempo, vemos que este abanico de posibilidades desdibuja la posibilidad de encontrar por cuenta propia verdaderas formas de interacción con la realidad, regresando de esta manera a la vieja práctica del docente “dictatorial”, pero ahora mediando una pantalla.

Esto sin enfocarnos a la factibilidad de que todos los integrantes de esta red tengan el acceso a los recursos que mencionan estas nuevas tecnologías (teléfono, computadora, internet y membresías a fuentes prestigiadas de documentación), sobre todo por la situación económica de la gran mayoría de los estudiantes de esta facultad. Y peor aún, pensando en la implementación en un sistema de educación abierto, en el cual los asistentes generalmente tienen otro tipo de compromisos sociales y probablemente esto les niegue la posibilidad de contacto en otro momento que no sea el fin de semana que por tradición han destinado a su educación.

¿Cómo podríamos formar a un estudiante del área humanística bajo la frialdad de documentos electrónicos y foros de discusión interpersonales por diversos medios, si la realidad del sociólogo es la capacidad de debatir y sus modelos principales son el individuo y la sociedad? ¿Cómo será posible activar ese contacto limitándolo al brillo de una pantalla que despejará las dudas sobre la organización básica de nuestro entorno social y posiblemente no en tiempo real? Habría que considerar que uno de los objetivos de la carrera de Sociología dice:

“Formar profesionales capaces de:… Desarrollar conocimientos, habilidades y actitudes que le permitan: a) La apropiación de valores intelectuales, humanos, sociales, culturales y artísticos; b) Un pensamiento lógico, crítico; c) El establecimiento de relaciones interpersonales con tolerancia y respeto a la diversidad cultural y étnica; d) Un óptimo desempeño fundado en conocimientos básicos e inclinación y aptitudes para la autoformación permanente.”

Dentro del perfil del egresado, se encuentran las siguientes características:

“- Habilidad para la comunicación y para establecer relaciones interpersonales.
- Capacidad para organizar actividades grupales orientadas a la obtención de beneficio social.
- Sensibilidad para participar en la búsqueda de alternativas de solución a los múltiples problemas sociales.”

Por supuesto que estos atributos corresponden meramente al estudiante, y que en ningún momento es responsabilidad completa de la institución que éste logre dichas características, pero ¿cómo poder orientar a un alumno que no presente estas cualidades si se le priva al docente del contacto directo con el estudiante y de poder observar su evolución? Definitivamente NO a través de un examen de evaluación estandarizado que le permita al alumno recurrir a la fuente original para responderlo; o sea, inculcarle el espíritu de investigación, la búsqueda de soluciones a problemas de la vida cotidiana.

No obstante, debemos apreciar que la utilización de las nuevas tecnologías pueden contribuir sustancialmente al desarrollo de la disciplina del sociólogo al utilizarse meramente como un instrumento más para la construcción de conocimientos, sobre todo como un medio de consulta de información que es requerida para los análisis cuantitativos de nuestro entorno social y que ahora son presentados de manera muy práctica a través de los medios. Pero su utilización también provocaría un aumento en masa del consumismo a estas tecnologías, ya que se crea la necesidad en el estudiante de buscar más recursos de este tipo y que son operados con la finalidad de crear un vínculo de dependencia directa, como comprar computadora con capacidades multimedia o de última generación en el mercado, impresora, suscripciones a proveedores de internet (que en la gran mayoría de los casos no tienen cobertura en localidades de la región), membresías a bibliotecas, revistas y publicaciones electrónicas. Esto por la necesidad de documentarse en la asignatura correspondiente, ya que sería imposible hacer ediciones electrónicas de publicaciones en las que los derechos de autor no pertenecen a la Universidad.

No se cuestiona la capacidad de infraestructura tecnológica de la Universidad para poder emprender un proyecto de esta magnitud, para elaborar los sitios adecuados y “levantar” los contenidos de manera digital, para poder elaborar videoconferencias y foros virtuales de debate o presentarnos escenarios virtuales de la región. Lo que se debería cuestionar es si existe la capacidad por parte de los estudiantes para integrarse a estos recursos, si no son limitaciones el dominio correcto de este tipo de tecnologías y, sobre todo, si estos escenarios que se plantearán no reducirán sustancialmente la capacidad de investigación cualitativa del docente y del alumno.

Además, este asomo de análisis nos acerca más a una educación en la que la premisa resultaría ser la cantidad y no la calidad; porque, si bien es cierto que es urgente que la institución cree nuevos espacios para alcanzar las demandas de la población, también es cierto que no se pueden abrir estos espacios sólo por ese requerimiento, sino que se debe conservar la capacidad de evocar los principios de calidad educativa para realmente producir profesionistas que contribuyan en el desarrollo de nuestra región, en particular, y de México, en general.

De esta guisa educativa, se debe valorar primeramente sentar los espacios necesarios para el desarrollo correcto de toda la estructura académica y administrativa de nuestra máxima casa de estudios; reforzar y corregir debilidades con el apoyo de las nuevas tecnologías. No acceder a requerimientos de modernización dictados por otras instituciones que han dado ese gran paso y en las que posiblemente ésta haya sido la única alternativa que tuvieron de crecimiento.

De ninguna manera es reemplazable la labor del docente en el proceso enseñanza-aprendizaje, para ello se debe invertir en nuevas tecnologías psicopedagógicas y actualizar las ya existentes. Así, cuando una de las pretensiones de la educación universitaria es formar al estudiante para el pensamiento científico, en el que una de las características esenciales es la experimentación, se le debe ayudar a lograr este cometido, brindando la posibilidad del desarrollo humano tal y como lo requiere en esencia esta carrera y no induciéndolos a creer sólo en lo ya dicho por la modernidad (por otras instituciones, modelos u otras fuentes), obligándolo a aceptar las cosas por el principio de autoridad y no por el de verificación y comprobación, que es lo que rige a las ciencias.

En palabras del Dr. Pablo Latapí: “modernizar la educación pública, no consiste en llenarla de computadoras, en agilizar su operación con modelos de eficiencia y calidad, y en romper el entramado de rutinas que se resisten a los cambios. Su modernización consiste en capacitarla para pensar, pues son ministerios del futuro cuya función fundamental es filosofar sobre el ser humano”.

Lo que esperamos de nuestra Universidad, es un lugar en donde realmente el futuro sociólogo pueda encontrar un espacio de crecimiento, apertura, experiencia y praxis social, un espacio en donde aprender a percibir nuestra realidad a través del contacto con ella, mismo que dará muchas satisfacciones a esta casa de estudios en un corto plazo, y en el que aún faltan muchas cosas por construir, sobre todo, una verdadera conciencia social.

Es así como se concibe al sociólogo que demanda la sociedad: abierto a toda crítica, flexible a las necesidades de los diferentes grupos sociales, imparcial ante los conflictos, tenaz para lograr un cambio; pero siempre considerando la axiología como uno de los ejes rectores de su formación.


Mesografía

- Carretero, Mario.
Constructivismo y educación, Aique, Argentina, 1993.
- Díaz Barriga, Frida y otro
Estrategias docentes para un aprendizaje significativo, una interpretación constructivista, McGraw-Hill, México, 1998.
- Revista Digital Universitaria.
Un concurso multidisciplinario, la investigación educativa, Semblanza del Dr. Pablo Latapí Sarre, UNAM, Volumen 1, número 0, México, marzo de 2000. Consulta electrónica en: http://www.revista.unam.mx/vol.0/sembla2/latapi.html
- Tonucci, Francesco.
Con ojos de maestro, Editorial Troquel, Argentina, 1995.
- Vázquez Chagoyán, Ricardo
Observatorio Ciudadano de la Educación, Colaboraciones Libres, Volumen V, número especial (1), México, octubre de 2005

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