lunes, 9 de abril de 2007

ENSAYO sobre la ética del trabajo


Sobre la ética del
trabajo y el consumo


Mora Duro Carlos Nazario
Facultad de Ciencias Políticas y Administración Pública Universidad Autónoma del Estado de México


El trabajo

Si como afirma Engels (2001) El trabajo “es la condición básica y fundamental de toda la vida humana. Y lo es en tal grado que, hasta cierto punto, debemos decir que el trabajo ha creado al propio hombre” también debemos determinar que el trabajo (mecanizado e industrializado) también ha sido objeto de estratificación y homogenización social al mismo tiempo, así como de manipulación y laxa libertad capitalista.


El núcleo central de esta reflexión está basado en el análisis del trabajo a través de sus reconfiguraciones en concomitante con el establecimiento de una ética del trabajo y posteriormente una búsqueda de la estética; determinadas en todo momento por las necesidades de la estructura capitalista. De antigua data ser pobre era no tener trabajo, no contar con la capacidad de insertarse en la estructura laboral o simplemente no ser aceptado dentro de ella, lo cual implicaba antes que nada una sanción moral legitimada dentro de la comunidad donde se vivía.

Actualmente ser pobre es ser expulsado del mercado. “los pobres que alguna vez cumplieron el papel de ‘ejercito de reserva de mano de obra’, pasan a ser ahora ‘consumidores expuestos al mercado’. Esto los despoja de cualquier función útil (real o potencial) con profundas consecuencias para su ubicación en la sociedad y sus posibilidades de mejorar en ella.” (Bauman, 2003: 12).

Las sanciones morales dentro de la estructura social tuvieron que ser legitimadas dentro de las lógicas organizativas[*]; el principio ‘leitimador’ que mejor cumplía con esta objetivo era la ética del trabajo. El objetivo de ésta fue desde un principio establecer como imperativo al trabajo como una actividad normal, valiosa, virtuosa, noble; en contraparte del no trabajo que significa lo anormal, lo malo, el no progreso. Por eso era necesario trabajar y además de eso enseñar a todos a aspirar a un nivel de vida mejor, a desear cosas nuevas y superiores, adquiridas únicamente mediante la riqueza material y moral del trabajo.

El trabajo imponía la honorabilidad y la decencia, ser trabajador era ante todo ser un hombre honrado.
Pero cómo se logró que la gente trabajara, Bauman (2003) menciona que se libró una estremecedora batalla contra ‘la tradición’ de todos aquellos campesinos y trabajadores artesanales ahora trocados en obreros, porque de ellos sólo se necesitaba su esfuerzo, su mano de obra, su productividad (instrucción mecánica); para dejar a un lado su orgullo, su honor, su conocimiento, el telos de su trabajo, en otras palabras el sentido de realizarlo. “la cruzada por la ética del trabajo era la batalla por imponer el control y la subordinación. Se trataba de una lucha por el poder en todo, salvo en el nombre; una batalla para obligar a los trabajadores a aceptar, en homenaje a la ética y a la nobleza del trabajo, una vida que ni era noble si se ajustaba a sus propios principios de moral.” (Bauman, 2003: 21).

Ante esta lógica legitimada las opciones eran pocas, por un lado te adecuabas a la miserable vida de obrero pobre o te morías en la aún más miserable vida de indigencia. La estructura de la sociedad estaba diseñada para radicalizar al máximo la vida de aquellos indigentes que no tenían la posibilidad de insertarse en la rueda laboral. Las ‘leyes de los pobres’ estuvieron enfocadas en radicalizar la vida de los indigentes para que no quedara más opción que trabajar. “Hasta los salarios más miserables y la rutina más extenuante y tediosas de la fábrica parecieron soportables (y hasta deseables) en comparación con los hospicios.” (Bauman, 2003: 28).

El trabajo se estableció como una actividad determinante de la sociedad moderna en sus tres niveles, el individual (determinaba el status y el rol social), el orden social (las fabricas moldeaban a los sujetos para el Estado) y para la supervivencia de la sociedad (sistema de producción de bienes). Además de que funcionó como un elemento que enlazó y comunicó a los tres anteriores.
Sin embargo está ética del trabajo tuvo su auge de aceptación durante algún lapso después del cual empezó agotarse. Ante la desilusión sobre la ‘realidad del trabajo’, la pobreza, la indigencia y la explotación se buscó una nueva alternativa eficaz de dominio que asegurara la permanencia del esfuerzo del trabajo, pero mandando al olvido las cuestiones morales y virtuosas sobre él. Entonces se pasó a exaltar los incentivos materiales que cada obrero ganaría como fruto de su esfuerzo a la hora de trabajar; en tal caso, entre más se trabajase, más dinero se tendría para adquirir una serie de estímulos. “En lugar de afirmar que el esfuerzo en el trabajo era el camino hacia una vida moralmente superior, se lo promocionaba como un medio de ganar más dinero. Ya no importaba lo ‘mejor’ sólo contaba el ‘más’.” (Bauman, 2003: 40).

Otrora era sólo necesario ser productores-trabajadores, ya que eso era lo que requería la estructura capitalista. En la segunda etapa de esta modernidad* la más imperiosa obligación es ser consumidores, pero para lograrlo hay que ser primero trabajadores, trabajadores con los suficientes recursos económicos para tener libertad de elegir entre la gran novedad de productos que la sociedad del consumo nos presenta en aparador de oro, para nuestra admiración.

Entre el deseo creado ante la necesidad de un consumo por un producto cualquiera y la satisfacción de esa necesidad existe un mediador importante, el dinero; es por eso que es tan importante ser un buen trabajador, para ser un buen consumidor.


El consumo


El consumo es un acto rapaz, consumir significa también destruir, agotar. Un consumidor es insaciable, nunca se compromete, su satisfacción es instantánea, está expuesto siempre a nuevas tentaciones, aunque siempre cree que no ejerce más que un libre ejercicio de voluntad. Un consumidor esta medido siempre por el deseo y la inmediatez de su deseo; su felicidad está determinado por la cantidad de elección y satisfacción, y de todos los bienes y servicios que pueda adquirir en ese proceso; aunque está conciente de lo superfluo que esa felicidad representa**.

Anteriormente se fundaban la identidades, vocaciones y puesto de trabajo y formas de vida con base en el trabajo, actualmente esto es inviable; la identidad se vuelve en un objeto de consumo, efímero, variable y abiertas al consumo. Las instituciones normativas se vuelven ‘disfuncionales’ ante el nuevo espectro del consumo, por eso el espíritu del consumo repudia todas las pretensiones legales que limiten su ‘libertad de elegir’. El consumo es una actividad individual, solitaria, aunque se puede reunirse par consumir, no deja de serlo; el consumo (el deseo y la libertad de elegir) determina la escala social a ocupar, el dinero o capital pasan a segundo termino; se pasa de la ética a la estética ya que ésta ultima premia las más intensas experiencias y la elección constante, a cada momento. Desde el enfoque de la ética del trabajo el trabajo humaniza, es una actividad moral e igualitaria por excelencia; desde el examen estético el trabajo es desigual (subraya al trabajo por vocación ‘aventurero’ del trabajo por necesidad ‘aburrido’, se convierte sólo en una cuestión de satisfacción estética; en tal caso el trabajo por vocación sólo está destinado a unos pocos, y no es más que una farsa fingida).

Ser pobre en una sociedad regida por la ética del trabajo era una aberrante grosería; cargarle a los pobres su pobreza gracias a su falta de disposición al trabajo y por lo tanto su inmoralidad y degradación personal -lo que provoca su castigo ante el pecado- es uno de los últimos servicios de la ética del trabajo a la sociedad de consumidores. En la nueva sociedad de consumidores en busca de la estética, ser pobre es exclusión total, una vida ‘no normal’, ‘no feliz’, ‘no estar a la altura de los demás; los pobres son ante todo consumidores imperfectos, aburridos y retrogradas.
Para alcanzar los placeres de una vida normal, con libertad de decisión, con un trabajo divertido y aventurero, se necesita, mucho dinero; el pobre ante esta imposibilidad desafía el orden y la ley como sustituto al alcanze contra su desventura y aburrimiento. Aunque saben que todo esfuerzo es en vano, “nada calmara el dolo de la inferioridad evidente” (Bauman, 2003: 67).

Si los virtuosos y santos eran los íconos morales de ejemplo a seguir, por su sacrificio y entrega para lograr su acometido durante el auge de la ética del trabajo; los ricos se convierten ahora, en la actual sociedad de consumidores, en objetos de adoración; se aspira a la riqueza no por el dinero perse sino por el estilo de vida que ello conlleva.
El Estado benefactor funciono adoptando la lógica de la ética del trabajo aunque su objetivo fue siempre educar, organizar y capacitar a los ejércitos de reserva que el sistema capitalista necesitaba, convirtiendo su mano de obra en mercancía.

Sin embargo ante el nuevo escenario mundial donde son cada vez más remotas las posibilidades de que se necesite gran cantidad de mano de obra, el Estado benefactor perdió su principal tarea. “Es muy posible que la mano de obra actualmente desocupada nunca más vuelva a ser considerad como mercancía, y no tanto porque su calidad se haya reducido, sobre todo, por que desapareció la demanda” (Bauman, 2003: 83).


El Welfare State se agoto simplemente por que no estaba inscrito dentro de la lógica de la actual reproducción capitalista de consumo, el cual está caracterizado por la libertad de elegir; si el Estado benefactor te aseguraba la subsistencia pero te negaba la libertad de elegir, entonces no tenía sentido su existencia. Además de que también como señala Bauman los servicios sociales implementados por el estado protector no eliminaron las diferencias pero si ayudaron al ascenso de una clase educada, confiada, con buena salud y celosa de su nueva independencia que reclamo el fin del paternalismo y con ello su eliminación.
La tan predicada libertad de elección nos genera dos dificultades, por un lado se encuentra la imposición como una orden, el cual no es más que un desesperado intento por imponer uniformidad y regularidad al desorden del mundo, sin embargo los humanos siempre tendemos a todo lo contrario, el desorden; por otro lado la segunda dificultad se encuentra en la norma, la cual es la proyección del orden sobre la conducta humana, la cual limita las pautas de comportamiento humana. Cualquier tipo de modelo de orden establecido determina la escisión de la sociedad entre aquellos que logran adaptarse y entre aquellos inadaptados y disfuncionales, en este caso los pobres.


Bibliografía:
Bauman Zygmunt. (2001), “La globalización, Consecuencias Humanas”, Fondo de Cultura Económica, México, 171 pp.
Bauman, Ziygmunt (2003), Trabajo, consumismo y nuevos pobres, Editorial Gedisa, 1ª reimpresión, Barcelona, España, 155 págs.
Castells, Manuel (2005), La Era de la Información: Economía, Sociedad y Cultura. Volumen I: La Sociedad Red, Editorial Siglo XXI, 6ª edición en español, México, 590 págs.
Engels, Friedrich (2001), El papel del trabajo en la transformación del mono en hombre, Ediciones Quinto Sol, 12ª reimpresión, México, 30 págs.

[*] “entiendo un principio legitimador que se elabora en un conjunto de practicas sociales derivadas. En otras palabras, las lógicas organizativas son las bases ideacionales de las relaciones de autoridad institucionalizadas” (Biggart, 1992: 49 citado en Castells, 2005: 180).
* “La modernidad significó, entre otras cosas, hacer del mundo un lugar acogedor para la administración comunal regida por el Estado; y la premisa para ello fue volver el mundo trasparente y legible para el poder administrador” (Bauman, 2001: 46).
** “La producción y distribución de una cantidad cada vez mayor de bienes y servicios hace de la sumisión una actitud...racional” (Marcuse, 2001: 79).

2 comentarios:

Nancy Ortiz dijo...

Gracias Carlos por compartir este trabajo con nosotros. es bueno que estudientes de otros estados se interesen en difundir el conocimiento a través de este pequeño blog. saludos y esperamos seguir contando con tu grata presencia.

Carlos Fausto dijo...

Es excelente potenciar este medio (Internet) para sacar el mejor provecho de éste a través de la colaboración y de compartir puntos de vista y trabajos. Es un placer andar por aquí, gracias por la publicación y estamos en contacto.