Los
Amorosos Mexicanos
Por Oracio
Barradas Meza.
“Muero
de ti y de mi, muero de ambos, de nosotros,
de
ese, desgarrado, partido, me muero,
te
muero, lo morimos”.
Jaime
Sabines.
La sociedad mexicana en
busca del amor, de querer sin condiciones o más bien aprender a poner condiciones
para querer y amar. En la actualidad el México de la violencia da oportunidad
para que el amor sea una dosis de optimismo, no siempre ha sido así, las condiciones
sociales son las que dan pauta para que el amor haga su metamorfosis sin perder
la esencia y folklor que los mexicanos dan a este sentimiento que mueve pasiones
surrealistas.
Hablar del México
contemporáneo es también hablar de sus condiciones económicas, sociales y
políticas ¿cómo hablar del amor sin dejar de aludir estas tres grandes
condiciones? Imposible, sin embargo sería entrar en un análisis muy complejo y
tal vez hasta perdería el sentido el tema principal, por ello en el presente
artículo pretendo hablarles del amor en el México contemporáneo sin dejar de hacer
algunas referencias al pasado y describiendo características de un presente siempre
en construcción de nuevas formas de amar.
La
conquista sin amor
Con
la llegada de los españoles a tierras mexicanas en el año de 1519 la
metamorfosis del nuevo mundo comenzaría a dar fruto a nuevos seres, los
mestizos que hoy por hoy es la población mexicana. Los rituales de los nativos
se fueron fusionando con las prácticas de los españoles, el cristianismo abolió
cualquier culto donde “la ofrenda a los dioses eran corazones palpitantes”. El
nuevo mundo tenía que ser cambiado las ideas del medieval y renacer en el
cristianismo que dominaba toda España.
“Se
estableció una jerarquía de los comportamientos sexuales lícitos: la virginidad
ocupaba el sitio más alto, en el segundo peldaño se encontraba la castidad en
la viudez, mientras que el último sitio lo ocupaba la castidad en el
matrimonio. Incluso, en aquellos tiempos, el horror ante lo sexual se
manifestaba en el lenguaje cotidiano: la palabra amor designaba la pasión
salvaje, violenta y censurable” (TRUEBA
LARA, JL. (2008). Historia de la
sexualidad en México. México: Grijalbo.)
En
el cristianismo inducido a la nueva España estableció normas y reglas con las
cuales el buen cristiano debía dirigirse ante la vida y con ello la institución
del matrimonio tomó el gran control de los placeres carnales prohibidos, validando
las uniones carnales, pero sin tomar en cuenta al amor. Los nativos mexicanos
tenían sus costumbres sobre el matrimonio, era el hombre quién elegía a la
mujer que sería su compañera y madre de sus hijos, la mujer quedaba relegada de
tal decisión, eran los padres de esta quienes daban autorización para que se
llevara acabo la ceremonia de unión. La gran similitud con los colonizadores
españoles hizo que la iglesia fuera el mediador para establecer como
institución al matrimonio religioso. Pero los nativos mexicanos también
exaltaban leyendas donde se puede apreciar la valentía y entrega de enamorados
y para ello basta citar la leyenda del Popocatepetl y el Iztaccihuatl.
En el siglo XIV cuando el Imperio Azteca
estaba en su esplendor y dominaban el Valle de México, como práctica común
sometían a los pueblos vecinos, requiriéndoles un tributo obligatorio. El cacique
de los Tlaxcaltecas cansado de esta opresión, decidió luchar por la libertad de
su pueblo. El cacique tenía una hija, llamada Iztaccíhuatl, ella se enamoró del
joven Popocatépetl, un guerrero de su pueblo. Popocatépetl pidió al cacique la
mano de la princesa Iztaccíhuatl este accedió y prometió recibirlo con una celebración para darle la mano de su hija si
regresaba victorioso de la batalla. Su rival de amores de Popocatépetl, celoso
del amor de ambos profesaban, le dijo a la princesa Iztaccíhuatl que su amado
había muerto durante el combate, ella abatida por la tristeza y sin saber que
era mentira, murió. Popocatépetl regresó victorioso a su pueblo, con la
esperanza de encontrar a su amada. Cuando llegó le informaron de la tragedia,
el fallecimiento de la princesa Iztaccíhuatl, desconsolado vagó por las calles
durante varios días, mando a construir una tumba en las montañas de frente al
sol. Tomo entre sus brazos a su amada y la llevo a la gran tumba, él le dio un
beso y encendió una antorcha que humeaba, se arrodilló frente a su amada. Desde
entonces permanecen juntos, cubiertos por la nieve que los cubrió
convirtiéndose en dos grandes volcanes.
Boleros,
Cine, Televisión y redes Sociales
Durante
los siguientes periodos de la historia de México la separación Iglesia y estado
dieron pauta para la creación de nuevas formas de relaciones en la sociedad
mexicana con la influencia de Europa, las nuevas costumbres junto con la
literatura hicieron una fusión cultural
única del resto de América.
Todas
las culturas han utilizado diferentes elementos para poder expresarse en el
amor, en este ritual los mexicanos han forjado su propio estilo usando varios
recursos. La poesía popular transformada en música dando origen a los boleros,
originales de Cuba, sin embargo adoptada por la mayoría de países latinos.
México lo hace con Juan Arvizu pionero en este estilo de música que llega para
quedarse en el imaginario colectivo hasta nuestros días. El bolero mexicano
encierra muchos recovecos que no solo tienen que ver con el amor, la retórica
de las melodías en este estilo tienen connotaciones sociales y políticas que
son parte de la cultura mexicana. El bolero por si solo es una canción de amor
en la que se expresan múltiples emociones que raya en la nostalgia y la conquista
acompañada de notas musicales, poesía popular mexicana.
De la Peza Casares, MC. (2001) habla del
bolero y la cultura pública, y el bolero y la experiencia íntima, con estas dos
aristas nos lleva a entender la relevancia de la música en los mexicanos. En un
análisis de 625 boleros el 98.43% presentan como temática el amor en pareja, de
este porcentaje el 20% son de amor feliz y 80% de amor desdichado.
En
el bolero mexicano podemos observar a los dos actores principales el sujeto que
es la figura masculina y el objeto que la representa la mujer, con esto ya podemos
darnos una idea de las escenas que giran entorno a serenatas, bailes populares
y demás ocasiones para deleitarse y hacer uso de estas piezas musicales.
Podemos observar los relatos que van desde la declaración, el encuentro de los enamorados, el conflicto de
la pareja ante los padres y la sociedad, el desenlace, matrimonio, unión libre,
la separación.
El
código retorico de lo amoroso se encuentra en la vida publica y privada de los
mexicanos creando las condiciones sociales para reproducir historias de vida en
una sociedad que se enamora con estas notas musicales. La industria de la
música adquirió gran relevancia social al ser un recurso cultural, en este caso
los boleros mexicanos exaltan los símbolos, temas, posiciones y vocabulario,
que se queda en el imaginario colectivo reproduciendo desde lo público a lo
privado formas muy concretas de ser mexicano.
Serenatas
al pie del balcón dando los mejores versos de canciones que han pasado a la
historia. El requinto suena en medio de la oscuridad y comienzan los versos:
“Adoro la calle en que nos vimos/ la noche
cuando nos conocimos/adoro la seda de tus manos/ los besos que nos damos los
adoro vida mía/ y me muero por tenerte junto a mi/ cerca muy cerca de mi/ no
separarme de ti y es que eres mi existencia mi sentir/ eres mi luna/ eres mi sol eres mi noche
de amor/ adoro…”
El
mariachi con la algarabía del novio irrumpen el sueño de la enamorada que corre
al baño a polvearse un poco para abrir el balcón o la puerta y agradecer el
gran detalle, la serenata mexicana es una costumbre del cortejo de los
mexicanos que se ha ido perdiendo, es en los pueblos y ciudades pequeñas donde
aun podemos presenciar estas practicas. De
los boleros podemos entender que la música mexicana exalta las más sublimes
pasiones dejando muy poco a la imaginación, así se enamoran los mexicanos, pero
no sólo la música es un elemento para el cortejo y enamoramiento.
El
cine por su parte también ha reproducido valores y practicas para los
mexicanos, fue con Porfirio Díaz que el cine tuvo las puertas abiertas para
desarrollarse en territorio azteca, los hermanos Lumiére introdujeron el
cinematógrafo para que se desarrollara con el folklor mexicano y diera origen
al cine nacional. La industria del cine se da en momentos coyunturales en
México, el cine se desarrolla en la efervescencia social, política y cultural que
enfilaba a buscar nuevas historias influenciadas por la revolución y por
grandes intelectuales de la vida política y social del país.
La época de oro del cine mexicano nos
recetaría los estereotipos y roles a seguir, el macho postrevolucionario y la
mujer sumisa y bella; actrices como María
Felix, Dolores del Rio, Marga López y actores como; Emilio Fernández, Pedro
Armendáriz, Jorge Negrete y Pedro Infante son algunos de los más conocidos
actores que dieron vida al cine mexicano reproduciendo estereotipos. La
mexicana hija de la revolución es valiente, aguerrida y amorosa, pero ante su
marido o amado debe ser dócil, obediente y sumisa, en la película “La
cucaracha” se ejemplifica perfectamente estos roles, María Félix interpreta a una mujer
"valiente y con agallas" cuando pasa a ser esposa del “vigoroso” Indio
Fernández se vuelve dulce y servil, ese cambio tan drástico en la trama
ejemplifica el sometimiento de la mujer mexicana ante el amor incondicional
hacia su hombre.
La
televisión comenzó a ser un integrante más en los hogares mexicanos, y es desde el hogar donde se aprende y reproducen
las formas de socializar con los demás, así entonces la televisión en México
refuerza y reproduce los valores a modo de clichés y estereotipos, en el caso
del amor, es un tema que ha hecho que la televisión coseche audiencias
insuperables.
Las
Telenovelas mexicanas son el caldo de cultivo para reproducir las formas de
amar en los mexicanos. Paradójicamente el galán de la película con
la que se internacionaliza el cine mexicano es el mismo que termina actuando en
una de las telenovelas que ha quedado
como clásico de este rubro, me refiero a la película “Allá en el Rancho grande”
donde el protagonista masculino era Tito Guisar quien muchos años después
apadrinaría a Thalía en “Mari Mar”, de la trilogía de las Marías. En estas
telenovelas se exaltan el clasismo adornado por una historia de amor que vence
todos los obstáculos para ser feliz al puro estilo de Disney “y vivieron
felices para siempre”.
La trama es siempre la misma, una mujer pobre
se enamora del hombre rico donde sus familiares principalmente la madre es la
que hace lo imposible por separarlos, un amor imposible y prohibido por
pertenecer a clases sociales diferentes, pero el amor siempre es más fuerte que
tales adversidades, permitiendo que ella, “la María del barrio” pase a ser por
arte de magia una empresaria exitosa, una mujer refinada y educada, sin tener
una formación educativa, el dinero la cambia completamente, en otras tramas se
abordan problemas donde la actriz principal tiene dos enamorados y lucharan por
su amor, sin saber quién será el elegido problemas como la infidelidad, la
mentira y la doble moral se resaltan en estas tramas trilladas, fantasías de la
televisión que llegan a miles de hogares mexicanos.
Otro
de los grandes descubrimientos son las redes sociales en las que se han abierto
nuevos paradigmas de relacionarse, el amor virtual es un reto que está dejando
nuevas historias de vida, escape de pasiones escondidas y de verdades a medias,
en la virtualidad el mexicano se transforma en un ser con mayores libertades o
con mayor censura, ese es el nuevo reto a conocer.
Amar
a lo mexicano
¿Es
el amor la única fuerza ante las peores circunstancias de una sociedad?, No.
México no es un país que se explique fácil pero los mexicanos saben amar; saben
entregarse, ante las peores circunstancias es el amor una dosis de alegría y
esperanza para un país en caos.
Nuestro
pasado histórico está marcado por el sincretismo cultural de un pueblo que se
forja cada día, pero difícilmente puede erradicar los vicios que le han sido
heredados; estos se han reforzado en la música, cine, televisión y actualmente
las redes sociales. Las historias de vida se proyectan en estos grandes
escenarios del entretenimiento y la información. La crisis no solo se da en lo
económico y político sino también hay una constante crisis en el amor.
La
mayoría de los mexicanos siempre está buscando a sus compañeros de vida, la soledad es un sentimiento que impulsa a
esta búsqueda. La pregunta constante en las familias mexicanas es: ¿cuando te
casas?; primos, hermanos, tíos, abuelos, padres y amigos se la viven pendientes
de tu salud amorosa, seas hombre o mujer la pregunta es una plática retórica en
cualquier espacio familiar.
El contexto social donde los mexicanos crecen
son diversos, no se puede hablar de una sola población homogénea, la diversidad
también se rige en el estatus social imprimiendo ciertas características
principales en el cortejo y el enamoramiento, sin embargo, todos están
expuestos a un mismo código: el matrimonio.
“La
media naranja” es lo que la otra persona necesita aparentemente, en el
enamoramiento de toda relación entre dos personas (no hablemos del sexo) se da
por el deslumbramiento y la atracción sin ir afondo, sin conocerse aún pero la
química inmediata impulsa a continuar. La tragedia en el amor es el aderezo
perfecto para ilustrar historias de vida.
Las relaciones de amor nos remiten
primeramente a la posesión, en cualquiera de sus modalidades, el compromiso
mutuo de exclusividad donde ambos integrantes se limitan y cambian sus roles.
Para los mexicanos amar a alguien significa entrega total, es ahí donde se
convierte en un amor posesivo y controlador que puede a su vez causar
problemas, pero como ser ajenos de tal situación si en el cortejo se dedican
boleros como: “Somos novios/pues los dos
sentimos mutuo amor profundo/y con eso ya ganamos/ lo mas grande de este mundo/Nos
amamos/nos besamos como novios/ nos deseamos y hasta a veces/sin motivos sin
razón nos enojamos”.
No
es una regla mexicana, pero partimos que este grado de posesión tiene que ver
con el machismo presente en la cultura mexicana, pero el machismo en muchas
relaciones es simulado y también tolerado por las mexicanas, los mexicanos
alardean diciendo: “En la casa mando yo pero la última palabra la tiene mi
esposa”, la mujer mexicana también controla pero desde otro rol, sobre todo en
el matrimonio.
La
trivialización del amor con el consumismo también ha contribuido para
distorsionar las formas de amar, innovando y buscando nuevas formas de
expresarse, sin embargo el amor que practican y buscan en México sigue siendo
trágico, el camino para ser feliz a través del amor recae en el sufrimiento que
este proporcione.
El
amor como un estado mental idealizado que nos dará la felicidad a partir de los
estímulos sociales y culturales que el individuo reciba dependiendo de donde se
encuentre; es decir los mexicanos crean mentalmente su estado de enajenación,
sublevación del amor que puede mutar, crecer o morir, de acuerdo a las
circunstancias sociales en las que se desarrolle tal individuo.
Los
mexicanos siempre están sufriendo por amor o disfrutando del amor; el gran
escape de una realidad donde lo violento se vive en las calles, en lo cotidiano
de tantas injusticias sociales, en el cansancio de la corrupción política, en
la falta de oportunidades o en la ostentación de lujos sin medidas, en
espectáculos de revista, en el clasismo de bodas sacadas de cuento, polos
opuestos de mexicanos que buscan escapar y encontrar la dosis que les promete
ser felices, el amor es en México la inspiración para construir un país más
humano.
Twitter @oraciobarmez
* Texto original para la colaboración del Libro The World Book of Love.