Para analizar la realidad a través de la risa: Jesusa Rodríguez, actriz El cabaret político es un arma Si no me fijo en lo que está pasando en mi país me aburro como una morsa, por eso hago crítica política Cuido mi desprestigio con mucho afán; las cosas que dicen del Movimiento de Resistencia Pacífica, para mí caen en saco roto Marcelo Sánchez Cruz Las actividades de la Feria Internacional del Libro Universitario 2009, organizada por la Universidad Veracruzana (UV) y en esta ocasión dedicada a conmemorar el bicentenario del natalicio de Charles Darwin y los 150 años de la publicación de su revolucionario libro El origen de las especies, concluyeron con el espectáculo Diálogos entre Darwin y Dios, de Jesusa Rodríguez. |
Al término de la función, y después de una larga fila de admiradores y amigos que querían tomarse la foto con este Darwin a la mexicana, Jesusa Rodríguez concedió una entrevista en exclusiva para UniVerso, en donde comentó sus inicios en el ámbito del cabaret político, sus razones para hacer teatro y su activa participación en el movimiento de resistencia civil generado a raíz del conflicto electoral de 2006.
Así, acompaño a Darwin, vestido con un traje de tres piezas gris Oxford con rayas muy finas, camisa blanca y corbatín rojo al camerino principal de la sala “Emilio Carballido” del Teatro del Estado. Ahí, frente al espejo, Jesusa Rodríguez comienza a deshacer al personaje quitándose el saco, la larga barba blanca y la peluca, desata el corbatín y abre un botón de la camisa, para desmaquillarse.
¿Cuáles son los orígenes de lo que hace Jesusa Rodríguez?
Hay que recordar que el gran aporte de México al mundo del teatro fue la carpa, ese teatro político muy interesante de principios de siglo. Todo aquello se murió en parte porque el “regente de hierro” –Ernesto P. Uruchurtu, que gobernó el DF de 1952 a 1966– destruyó a las familias carperas porque no le gustaba la crítica y con amenazas y juicios acabó con todo ese legado.
A principios de los setenta conocí el Bar Guau, donde una compañía en la que estaba gente como Óscar Chávez y Martha Ofelia Galindo hacía este tipo de teatro, pero fuera de eso, casi no se hacía el teatro de crítica política.
Fue ahí que empecé a trabajar en esto a lo que llamo farsa, y que otros llaman cabaret. Era muy joven y me parecía que de este tipo de espectáculos se hacía muy poquito en México. Entonces me clavé y me gustó mucho y en esto estoy desde hace unos 35 años.
Mientras habla, Jesusa continúa retirando el maquillaje que le hacía ver como un respetable Darwin, primero sus ojos, luego el resto de la cara, hasta quedar con el rostro limpio, de mirada firme y amable.
¿Y cuales fueron las razones principales que la orientaron a este género de teatro que, de entrada, no es fácil?
Yo tenía unos 20 años y me parecía que este género hacía mucha falta. Estoy convencida de que aún nos hace mucha falta porque la desgracia en el país es tanta que ya no quieres saber nada.
Pero, ¿cómo vas a ver tu realidad si no la quieres mirar ni analizar? Ahí fue donde comprendí la importancia de un teatro que a través de la risa permitiera analizar la realidad y no tener tanto miedo.
Con el tiempo descubrí que tiene muchas vertientes: se puede asumir este tipo de propuesta desde un bar hasta un teatro, como hoy. O un museo: este mismo espectáculo lo tenemos montado en la Ciudad de México en el Universum, el museo de ciencia de la UNAM.
Mientras habla, va quitando los pasadores que ayudaban a detener la peluca calva de Darwin y, una vez libre, cepilla su cabellera negra para recogerla en una sencilla cola de caballo.
A nivel actoral, ¿en qué ha crecido Jesusa Rodríguez con estos años de hacer crítica política desde el escenario?
Este trabajo lo que más me ha, digamos, regalado es la improvisación. Improvisar frente a un público es muy difícil porque es una suerte de relajamiento del cerebro. Tienes que dejar que cualquier idea entre, salga y muchas veces vas a hacer un ridículo tremendo. Aunque a veces vas a acertar.
¿Y el buscar una necesidad para hacer teatro…?
Creo que, como dice algún filosofo, el ser humano es la única especie capaz de comer sin hambre, beber sin sed y hablar sin tener nada que decir. Y sí: mucha gente hace teatro sin necesidad, que no sirve para nada y que uno no entiende para qué lo hacen.
Yo sí creo que hay que comer con hambre, beber con sed y hablar cuando se tiene algo que decir y si no, quedarte callado. Lo que no sé, es si el teatro sea necesario. Prefiero el arte útil que el arte inútil. Hay mucha gente apostando a que mientras menos se entiende el arte es más artístico, mientras menos entiendes a un poeta, es mejor. Yo soy de la idea de que no es así.
Creo que no hay que tener más que lo necesario para vivir, la necesidad es lo que rige la vida, pero lo necesario realmente, como el pan a la boca, el agua a la tierra. Decía Juan Gelman: “Ojalá y yo te sirva para algo”.
Al conversar, apoya su cabeza en su mano izquierda, y permanece frente a las luces del espejo del camerino siguiendo con la vista a su compañera en el escenario y en la vida, la actriz, compositora y cantante Liliana Felipe, que pasa rápidamente para comenzar los arreglos de la partida.
Entonces, ¿por eso hay que ser socialmente activos, por eso hay que ser responsables?
Bueno, yo creo que por eso. Y en mi caso, si no me fijo en lo que está pasando en mi país, me aburro como una morsa. Yo me conozco: sé quién soy, soy la que menos puede ser anacoreta. Necesito no sólo contacto con la gente, sino también nutrirme del mundo. Y pienso que así deberíamos verlo todos: ¿Cómo voy a vivir en un país, cualquiera que éste fuera, sin enterarme de lo que ocurre? ¿Cómo voy a vivir en un planeta sin enterarme de lo que ocurre en ese planeta? ¿Cómo voy a vivir en un universo sin enterarme?
Esa idea de aíslate y vive tu vida y que el país se inunde, me aburre. Y ahora que estoy en el Movimiento de Resistencia he encontrado la riqueza de las personas más humildes: las verdaderas riquezas están ahí, en la gente que no tiene dinero, gente con riqueza de verdad en muchos sentidos y que no la encuentro, generalmente, en la gente rica. Ellos son mucho más pobres de muchas cosas.
Su voz, hasta el momento pausada y moderada, se enciende, reflejando la pasión que le provoca la causa social del Movimiento de Resistencia Pacífica y la respuesta que ha encontrado en él.
En su teatralidad, en su quehacer personal y político ha manejado una honestidad a la que mucha gente se une. ¿Qué responsabilidad se tiene al llevar un liderazgo?
Yo sí creo en que a toda acción corresponde una reacción: todo lo que hagas, se te regresa del mismo tamaño. La gente que hizo el fraude en México la van a pagar cara, porque lo que hagas se te viene cañón.
Entonces, si yo hago ciertas acciones, porque me indigna lo que pasa y me meto a un movimiento de resistencia, al mismo tiempo la gente te reclama una gran responsabilidad, porque tú estás obteniendo de esa gente un gran soporte.
Cuando ganó Fox, mero me muero. Y además era legítimo. Cuando ganó Fox, me deprimí tanto que le dije a Lili: “Yo ya no me subo más al escenario, ¿para qué? Si un pueblo pobre vota por un partido de ricos, ¿para qué chingaos estamos nosotros haciendo osos?”. Y me deprimí mucho, pero de repente dije: “No, hay que hacer” y presentamos La hermana de Einstein, que era una cosa de coraje, tal vez uno de los shows más contestatarios que hemos realizado.
La memoria de los hechos se refleja en su mirada, con ese sentimiento de fuerte amor por un país aquejado por años y años de malos gobiernos.
¿Entonces decidió participar en el Movimiento de Resistencia Pacífica?
Cuando Andrés Manuel dijo: “No acepto el fraude” encontré por fin un político que marca el disenso, que rompe consenso de la mierda que es la política en este país donde todo es negocio. Es la primera vez que yo apoyo a un político así, abiertamente.
Han sido tres años de una lucha brutal contra la descalificación, pero como me he dedicado a acumular desprestigio profesionalmente, a mí no me importa. Yo cuido mi desprestigio con mucho afán, por eso todo lo que dicen de Andrés Manuel y del movimiento, me parece que va cayendo en un saco roto.
Lo que se está construyendo es una movilización ciudadana de resistencia pacifica. Como van las cosas, en algún momento va a estallar la situación en el país y es necesario que haya personas organizadas, decididas a decir: no a la violencia.
Su convicción es plena, sus palabras enfáticas y su voz firme, contenta, orgullosa de lo que ha logrado a nivel sociedad.
Sin embargo, se corren riesgos en el proceso: hay gente que puede buscar sus propios intereses aprovechándose de la buena voluntad. ¿Es necesario crear mayor conciencia en los participantes del movimiento?
Sí. Definitivamente, estamos en el proceso de generar una educación política, de educar a la gente. Hay un chingo de loquitos en el movimiento. Nos puede ocurrir lo que con Juanito, que es un ambicioso pendejo, y pues ni modo, ocurre. Pero por eso mismo la educación política tiene que ir en los círculos de estudio. Creo que, actualmente, hay una conciencia política como nunca antes en México.
Se habla mucho del discurso del miedo. ¿Se puede con el arte, con el teatro en este tipo de farsas, superar el miedo?
Yo soy descreída: no creo en Dios y no creo que el teatro sirva para nada. Realmente, que sirva para cambiar la mentalidad de la gente, no. Pero sí creo que, al menos, obliga a preguntarse cosas. Sobre todo, preguntarse si hay libertad de expresión en el país. Por ejemplo, nosotras podemos hacer esto en el teatro, en el marco de la FILU, o en la Universidad, pero jamás uno de mis sketches ha podido pasar en la televisión mexicana.
Hemos estado en la televisión venezolana, y hasta en HBO, pero nunca, ni cuando Pérez Gay era director del 22, se atrevió a meter un sketch mío, por eso puedo decir que no hay libertad de expresión en México.Entonces de eso sirve, para venir y divertirnos, para ver las cosas de frente, pero una sociedad sólo cambia así, con un trabajo de organización de abajo pa’rriba, de concienciación hacia una organización no violenta, que es lo más difícil de construir.
El tiempo se viene encima, ya las cosas están listas para el viaje de regreso; antes de terminar, y aprovechando la frase de su respuesta anterior, hago la última pregunta.
Finalmente, acaba de decirme que usted es descreída, ¿en qué creé Jesusa Rodríguez?
Bueno, yo creo que si tiras una botella se cae: creo en los avances de la ciencia, en muchos sentidos creo en la razón.
¿En la humanidad?
No, yo prefiero las lechugas y los animales por encima de la inteligencia humana. Pero sí creo que hay una parte de la selección natural, de lo que dice Darwin, que a mí me parece interesante. No que la selección natural es un proceso como fascista en donde había que exterminar a las especies menos exitosas. No, yo creo que Darwin nos dice algo mucho más interesante: la naturaleza es suficientemente sabia como para haber hecho una especie como nosotros que puede elegir ser asesina o no serlo, ser violento o no serlo.
Ésa es la parte de la selección natural que me parece que le corresponde A la humanidad, eso es lo bueno que tenemos como especie. Por lo demás, para mí, como dice Woody Allen, los seres humanos se dividen en dos: los horribles y los espantosos.
http://www.uv.mx/universo/377/entrevista/entrevista.htm
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