sábado, 29 de marzo de 2008

PONENCIA sobre gestíon cultural


LA GESTIÓN CULTURAL BAJO UNA MIRADA SOCIOLÓGICA

MÉNDEZ MEDINA, ANA CRISOL

OROZCO HEREDIA, MARÍA GUADALUPE

Lic. En Sociología

UNIVERSIDAD DE GUADALAJARA

Alrededor de la década de los noventa comienza a darse un fenómeno significativo dentro del campo cultural, el cual versa en el proceso de reflexión y definición de la práctica de la gestión cultural. Desde ese entonces hasta nuestros días, la mayor parte de los trabajos relacionados con la gestión cultural, tratan de conceptualizarla, definirla y perfilarla. Sin embargo, nosotras abordaremos la problemática de la gestión cultural, desde la lente sociológica, enfocando el visor en los procesos de consolidación de una práctica. Analizaremos este fenómeno desde una perspectiva que pueda hacer un aporte teórico, una sociología del campo de los gestores culturales en Guadalajara.

Antes, es necesario definir conceptos básicos para la comprensión de esta práctica. El primero sería el término cultura, el cual sabemos, abarca una serie de connotaciones que son necesarias abstraer y concretar. Relacionamos a la cultura con la noción del proceso en el que existe una serie de modelos generados a través de las prácticas culturales, por las cuales un individuo o una comunidad responden a sus propias necesidades o deseos simbólicos. Así el término cultura apunta hacia “actividades del ser humano que, sin embargo, no se restringen a las tradicionales (literatura, pintura, cine, es decir las que se presentan bajo una forma estética), sino se extienden a una red de significaciones o lenguajes incluyendo tanto a las consideradas culturas populares, como la publicidad, la moda, el comportamiento, la fiesta, el consumo, la convivencia, etc.” (Coelho:2000:120s).

Ahora bien, nos parece importante señalar que, por cuestiones contextuales, tomaremos como referente la definición que la UNESCO hace sobre cultura[1] ya que esta define las bases para la planeación de las ofertas de profesionalización de la gestión cultural en España y América Latina. A su vez, en México, la conceptualización de la práctica de la gestión cultural, ha sido diseñada en gran medida, por el discurso oficial del CONACULTA y éste por su parte, ha adoptado su eje conceptual, de las disposiciones y políticas culturales que la UNESCO genera.

La mayor parte de los trabajos sobre gestión cultural, también se basan en esta concepción de cultura que promueve la UNESCO, ya que América Latina ha capacitado y actualizado a sus gestores en activo en los programas que este organismo internacional diseña, o los programas de capacitación en América Latina, son gestados desde este marco conceptual.

Debido a la fuerte influencia que la UNESCO tiene en el proceso de profesionalización de la gestión cultural en México, será importante tener como referente para la investigación, este concepto de cultura, así como otras concepciones que nos permitan realizar un análisis más complejo.

¿Qué supone la gestión cultural? La gestión cultural surge a raíz de cambios profundos que evidenciaron la necesidad de un actor que pudiera asumir de manera sistemática la reflexión sobre lo que sucede en nuestras sociedades, sus modelos de desarrollo y las acciones necesarias para dinamizar y administrar l as prácticas culturales (Martinell, 2002: 220)

Al margen de este contexto, es que buscamos interpretar el fenómeno de la gestión cultural, haciendo énfasis en una posible institucionalización de dicha práctica.

Si trabajáramos con la teoría funcionalista, podríamos ubicar el surgimiento de la gestión cultural, como respuesta a una necesidad generada desde las estructuras, dejando sin cabida a las prácticas de los individuos en ese proceso de surgimiento.

Por otro lado la teoría de sistemas nos brinda una visión contextual más amplia y la gestión cultural resultaría del conflicto entre el sistema cultural como significante y lo que sería la organización social de la cultura.

Sin embargo, estas dos corrientes no permiten abordar el fenómeno de la institucionalización de la gestión cultural desde una perspectiva dialéctica, donde tanto los actores como las estructuras, son parte del mismo proceso.

Por ello nuestro estudio debe restar pasividad a los actores y omnipotencia a las estructuras, abordando la institucionalización por medio de una combinación de teorías que consideremos constituyen una herramienta para el abordaje de lo que queremos observar. En un primer acercamiento la teoría de Berger y Luckman nos dan la pauta para el análisis de este fenómeno.

Nuestra mirada se posa, sobre un fenómeno en específico que atañe al mundo de la gestión cultural: su profesionalización. Hablar de profesionalización en el mundo de la gestión cultural, es hablar de procesos de definición y consolidación de una práctica

Entendemos la profesionalización, como el proceso en el cual se institucionaliza la práctica de la gestión cultural. Es importante aclarar que al referirnos a la gestión cultural como profesión, estamos haciendo referencia a procesos universitarios relacionados con la obtención de un título que legitima una ocupación especializada.

Hace ya dos décadas, que las instituciones gubernamentales y universitarias, comenzaron una ola de ofertas de capacitación para los gestores culturales; a medida que la oferta universitaria fue constituyéndose en opciones de licenciatura y maestría, la práctica de la gestión fue legitimándose frente a los demás actores del campo cultural.

¿Por qué la experiencia universitaria se ha convertido en el agente legitimador de esta práctica?, porque son los gestores que se desenvuelven en el ámbito universitario, a diferencia de los que se desenvolvían en otros ámbitos (privado, gubernamental, independiente, etc…), quienes comenzaron con un proceso reflexivo sobre el quehacer de la gestión cultural.

Ha quedado claro que los gestores culturales han ido formándose en activo, a partir de la prueba y el error, trabajando desde sus ámbitos de acción, en proyectos culturales que han requerido una serie de conocimientos, que hoy en día comienzan a sistematizarse.

Pero, ¿cómo se ha llegado a tomar conciencia de la necesidad de reflexión y sistematización?; podemos afirmar, sin temor a errar, que el proceso reflexivo, como en la mayoría de los casos, ha iniciado en el ámbito universitario. Aquellos gestores que han consagrado su vida profesional a la lucha por el reconocimiento de la gestión cultural como profesión y a homologar conceptos y “modos de hacer”, han actuado desde la trinchera de la Universidad.

Es cierto que el CONACULTA, ha realizado numerosos cursos en coordinación con universidades, tanto públicas como privadas a lo largo de este sexenio; sin embargo, es importante aclarar, que la labor de la Universidad de Guadalajara, es reconocida por gestores de diversos ámbitos, como pionera y detonante de una ola de acontecimientos en el tema de la formación de gestores culturales.

Si bien, la gestión cultural ya comenzaba a aparecer en el contexto nacional en la década de los ochenta, no es sino hasta 1992, que en Guadalajara se crea la Secretaría de Cultura, y con este acontecimiento, inicia la construcción de un escenario cultural muy particular.

Los primeros cursos de capacitación para promotores culturales comienzan a darse en 1995, con el diplomado de animación sociocultural para jóvenes que la Universidad de Guadalajara oferta, bajo la dirección de Blanca Brambila; es a partir de entonces, que se crea un espacio dedicado a la coordinación de todos los programas de capacitación, seminarios, cursos, talleres y diplomados enfocados a esta área.

Este primer diplomado es de gran importancia, ya que los gestores culturales con más trayectoria en la actualidad, reconocen este espacio como el detonante de una serie de opciones de capacitación que serán clave en el reconocimiento y la legitimación de la labor de muchos trabajadores culturales (así eran llamados hasta ese entonces).

Es a partir de 1999, que se consolida un acuerdo entre los nueve estados de la zona centro occidente del país, liderado por la Secretaría de Cultura Jalisco, y comienza un período importante en la oferta de cursos de capacitación sobre temas relacionados con la gestión cultural: formación de públicos, recaudación de fondos, elaboración de proyectos culturales, administración de museos, etc…

Es interesante analizar, que si bien, los cursos ofertados a partir de 1995, se han realizado por medio de acuerdos interinstitucionales, y han servido para homogeneizar prácticas y conceptos, los gestores culturales, formados en activo, no han podido homologar el discurso.

Las diferencias en la concepción de la cultura, el patrimonio y la práctica de la gestión cultural, aún son muy marcadas entre los diferentes ámbitos de acción: la iniciativa privada, el ámbito gubernamental y el espacio universitario.

Es importante reconocer el papel que el primer diplomado para gestores culturales juega en el mundo de la gestión en Guadalajara, pues algunos de los gestores más reconocidos, después de una larga y azarosa formación en activo, legitiman su práctica ante ellos mismos y ante los diversos actores del campo cultural, a partir de esta experiencia.

Los gestores culturales, a partir de la repetición constante de acciones para resolver situaciones específicas, fueron viviendo un proceso de habituación de la práctica de la gestión cultural. La restricción de opciones que surge de la prueba y el error iniciales, fueron delimitando la forma como los gestores hacen las cosas, provocando una aprehensión del conocimiento ipso facto.

Esta forma de hacer las cosas para los gestores, no habría tenido ninguna significación en la conformación de una nueva profesión, si los actores no hubiesen comenzado un proceso reflexivo, que desembocó en las ofertas de capacitación que han ido tomando forma en los últimos diez años. De esta manera, es a través de estos primeros cursos, talleres, seminarios y diplomados, que las tipificaciones de acciones habitualizadas, se van volviendo accesibles, se comparten a todos los integrantes de este grupo social y van tipificándose tanto los actores individuales, como las acciones individuales. (BERGER: 2003: 74)

De esta forma, no sólo son los gestores culturales quienes deben definir su práctica, sino que, todos los actores del campo cultural, comienzan con este proceso de institucionalización, un periodo de redefinición de la práctica. Ahora los artistas, periodistas, académicos, administradores, públicos y patrocinadores, deberán reconfigurar sus prácticas y delimitar las fronteras, a la vez que deberán definir su nueva posición, pues son estos diversos ámbitos, los que arrojan los primeros gestores en activo y si en un principio, no era necesario un proceso reflexivo acerca de las funciones y el título de su actividad, con el proceso de institucionalización, se vuelve necesario el asumirse como parte de la trinchera desde donde se operará.

Así comienza a definirse qué tipo de acciones se realizarán por cada tipo de actor. Pues no sólo se tipificará la práctica de la gestión, sino que los demás actores que habían ido conformando y realizando con anterioridad las tareas propias de la gestión, sufren ahora un proceso de resignificación de su práctica; ahora los administradores, actores, etc… deberán delimitar de nuevo su campo de acción, para no transgredir las fronteras de la figura del gestor cultural.

Estas acciones que han sido habitualizadas por todos aquellos que las han ejecutado en la práctica, no tendrían ningún sentido y no adquirirían el carácter de tipificaciones, si no fuese observadas a través de un proceso reflexivo, que en el caso de la gestión cultural en la ZMG, han realizado en su mayoría, los gestores del ámbito universitario. Ha sido en esta experiencia concreta, el trabajo académico el que ha tipificado la práctica de la gestión cultural.

Es a partir de estos procesos reflexivos, que los cursos de capacitación han ido tomando seriedad y se han diseñado de forma más meticulosa, programas de formación que conceptualizan la división del trabajo y serán la pauta de nuevas habituaciones.

Por medio de estos programas formativos, los gestores vuelven objetivo el mundo de la gestión cultural, y va perdiendo su carácter caprichoso, se torna serio, se reafirma para todos aquellos que han tenido formación en activo, y de esta forma, podrá ser transmitido a las nuevas generaciones, y éstas, a partir del ejercicio de la práctica de la gestión, reafirmarán esa objetivación.

Así, podemos decir, que estos programas académicos, que forman nuevos gestores, son el mecanismo a partir del cual se va objetivando y legitimando el mundo de la gestión cultural.

“A nivel pre-teórico, (…) toda institución posee un cuerpo de conocimiento de receta transmitida, o sea, un conocimiento que provee las reglas de comportamiento institucionalmente apropiado(…)” (BERGER: 2003: 87)

Las ofertas de capacitación, son importantes para el análisis de la institucionalización, en tanto son el espejo de los diversos acuerdos a los que los diferentes ámbitos han llegado en el camino de definir la práctica de la gestión cultural.

Es evidente, que la delimitación de las fronteras entre la práctica de los diversos actores del campo cultural aún no está bien definida. Pero, también es indudable, que se ha avanzado una gran parte del camino y que el surgimiento de opciones universitarias de capacitación, como las licenciaturas y los postrados, han contribuido a la determinación del “modo de hacerse”. Las experiencias vividas por los diversos gestores se comparten y, a la vez, se establecen consensos que permiten a los nuevos gestores, e incluso, a los gestores consagrados, tomar un mismo camino para la resolución de problemas comunes.

El mecanismo que ha permitido a todos estos actores, vivir de objetivaciones reiteradas de las experiencias compartidas (BERGER: 2003:89), es la realización de congresos, encuentros y seminarios, donde los gestores, ya no sólo habitualizan una práctica, sino que inician una serie de sedimentaciones colectivas que se han depositado en el lenguaje común de los gestores. Así, a través de mesas de discusión, debates, conferencias, publicaciones, etc.; es que se van reconociendo socialmente soluciones permanentes a problemas permanentes en el mundo de la gestión cultural.

Es a partir de estos espacios, que las experiencias compartidas se objetivan y se van volviendo accesibles a todos los que pertenecen a este mundo social, a través de un lenguaje compartido y se van convirtiendo en la base e instrumento del acopio del conocimiento ya existente. Será este lenguaje compartido, el medio más importante para transmitir las sedimentaciones objetivadas y objetivizadas en la tradición del quehacer de la gestión cultural. La investigación y documentación de la experiencia compartida es el vehículo clave en la transmisión de las sedimentaciones objetivizadas (BERGER:2003:89) .

Si la academia tipifica las acciones, al sentar las reglas del juego, establece ipso facto, un mecanismo de control sobre los actores en formación y refuerza su control a través de las bases de datos. Administra el derecho a la información. La reivindicación se convierte en un proceso paralelo al establecimiento de mecanismos de control.


BIBLIOGRAFÍA

BAYARDO, Rubens: Cultura, artes y gestión: la profesionalización de la gestión cultural en www.iberformat.org/Rbayardo.pdf

BERGER, Peter y Thomas Luckman (2004) La construcción social de la realidad, Amorrortu, Buenos Aires.

CONACULTA (2004) Primer encuentro nacional de promotores y gestores culturales. Memoria en cuatro actos. Cuadernos Patrimonio Cultural y Turismo. CONACULTA. México.

Coelho, Teixeira (2000), Diccionario crítico de política cultural: cultura e imaginario, CONACULTA, ITESO, Guadalajara.

Martinell Sempere, Alfons, La formación en gestión cultural en Iberoamérica: reflexiones y situación en www.iberformat.org/Laformacionen.pdf

------------------------------, "La gestión cultural: singularidad y perspectiva de futuro" en La (indi) gestión cultural: una cartografía de los procesos culturales contemporáneos, La Crujía, Argentina, 2002, pp. 220-246

Moreira, Elena (2003), Gestión cultural: herramientas para la democratización de los consumos naturales (sic), Ed. Logseiler, Buenos Aires.

Puig, Toni. "Lo digo otra vez se acabó la diversión" en La (indi) gestión cultural: una cartografía de los procesos culturales contemporáneos, La Crujía, Argentina, 2002, pp. 193-218

Organización de Estados Iberoamericanos (1998) Formación en administración y gestión cultural en www.oei.org

RITZER, George (2002). Teoría sociológica moderna. McGraw Hill. España.



[1] “Cultura es el conjunto de rasgos distintivos, espirituales, materiales, intelectuales y emocionales que caracterizan a los grupos humanos y que comprende, más allá de las artes y las letras, modos de vida, derechos humanos, sistemas de valores, tradiciones y creencias” UNESCO.

1 comentario:

  1. Muchas gracias Nancy, apreciamos mucho la difusión de nuestro trabajo. Estoy totalmente de acuerdo contigo en que este tipo de trabajos deben ser compartidos y retroalimentados porque es así como sea va creando y fortaleciendo el conocimiento. En la medida de lo posible intentaré segui contribuyendo en la construcción de ese espacio virtual. Un abrazo!

    Guadalupe

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