martes, 19 de junio de 2007

ENSAYO sobre Parsons

La construcción de la Personalidad

en la Teoría de Parsons

Por. Sara Luz Enriquez

Alumna de Sociología, SEA, UV.


Talcott Parsons vivió en una sociedad utilitaria que determinaba en grado sumo el destino individual; está sociedad estaba acorralada por el Leviatán, por el Gran Hermano que todo lo veía, que todo lo escuchaba; el margen de acción era reducido y limitado a las circunstancias que casi siempre se salían de las manos. La libertad, si es que esta existía se limitaba a conocer esa situación asfixiante y tratar de lograr una reconciliación con los medios para más o menos estar contentos con los fines. La libertad era utilizada para enterarse de lo que se era esclavo y a lo que se tenía que someter el individuo si es que quería vivir en una sociedad donde la acción estaba restringida por el orden. Es ante estas circunstancias que Parsons se revela.

El discurso liberal estaba agotado y era importante rescatar los valores individuales que también eran parte fundamental para el equilibrado funcionamiento de la sociedad. La realidad no era algo externo al individuo, el individuo también podía participar en la sociedad como un ente activo, es más, con sus actos era capaz de establecer cambios en la sociedad. “En el centro de esta propuesta alternativa está lo que Parsons describe como acto unidad. Alude a un actor hipotético en una situación hipotética, un modelo que consiste en esfuerzo, finalidades o metas, condiciones, medios y normas”[1]

Esfuerzo: Voluntad de acción. Los actos ocurren dentro de “situaciones” (condiciones y medios)

Normas: Pautas según las cuales la situación se puede juzgar en calidad interpretativa (juicio subjetivo)

Fines: Temporalidad

Condiciones: Lo que no se puede combatir o someter a la voluntad del actor dentro de las “situaciones”

Medios: A través de la voluntad ciertas “situaciones” pueden ser combatidas y sometidas por el actor

Donde Esfuerzo, Normas y Fines son sujetivos (internos); Condiciones y Medios son objetivos (externos).

Cabe destacar que las normas es quizá el elemento más vital del acto unidad. Cuando decimos que la acción es normativa “equivale a decir que implica una interpretación, que los actores vuelcan su juicio subjetivo en cada acción y situación. La interpretación requiere pautas según las cuales se puede juzgar y la acción se puede relacionar. Estas pautas son normas….El esfuerzo siempre se expresa mediante la persecución normativa de fines[2]

Pero como es que aprendemos a saber lo que podemos o no podemos cambiar? Como es que aprendemos a interpretar las situaciones? Porque para lo que algunos es imposible, para otros es tan fácil? Que es lo que nos hace diferentes?

Al establecer las dimensiones de su acto unidad, Parsons crea un modelo con posibilidad infinita de combinaciones. En esa infinidad de combinaciones se encuentra el principio de la “personalidad”. Es entonces la “personalidad” lo que nos hace diferentes, pero de donde viene la personalidad? Que es la personalidad? Como se construye? Es este uno de los hallazgos más interesantes en la teoría de Parsons.

Apoyado en la “teoría del superyó de Freud, sugiere que la catexia –su término para el afecto o amor- lleva a un actor o sujeto a identificarse con el objeto de su amor y que esta identificación lleva a la introyección, o internalización del objeto por parte del actor…[ ]…Esta identificación hace que ciertos aspectos de la persona incorporada se introyecten en la personalidad del niño”[3]

Desde que nacemos nos vemos influenciados por nuestros padres; de ellos, introyectamos valores, opiniones, costumbres, gustos, ideología. Estamos aprendiendo a “socializarnos”.

Un lugar virgen que se va poblando –dice Silvia Castillero- es al principio un niño. Y si bien en el seno de la familia aprendemos normas sobre lo que se debe o no se debe hacer como individuos, el campo de internalización se va abriendo hacia horizontes más lejanos.

“La escuela es el punto intermedio entre la familia y el mundo ocupacional, y así constituye el ámbito prototipicamente moderno de la socialización… [ ]…el aprendizaje más relevante que se realiza en un aula de la escuela elemental no es fáctico sino social. La socialización tiene éxito en la medida en que un alumno logra identificarse con los valores del docente e internalizarlos”[4]

Ahora no sólo están los padres para construir la personalidad del niño, se han unido en este proceso de construcción los maestros que reforzarán, cambiarán o instaurarán nuevas normas o valores en su personalidad. “Más que en las relaciones padres-hijos son las relaciones con el rol del profesor, más que con su personalidad propiamente dicha, las que el niño debe interiorizar en la escuela: esto constituye una etapa esencial en la interiorización de los modelos universalistas”[5]

Estos modelos universalistas son valores que el maestro va internalizando en el niño en su camino o proceso a la adultez. Cooperación, maestría, brillantes, responsabilidad, aceptación de la autoridad, buena ciudadanía, desempeño intelectual efectivo sólo son algunos de los modelos universalistas, aunque “tales actos no son exclusivos de ninguna persona…[ ]…son patrimonio de todos los actores en su sociedad”[6] Es así como poco a poco el niño va “internalizando” lo exterior hacia el interior y va institucionalizando su comportamiento. Nuestra personalidad es pues, producto de nuestra familia, de nuestra sociedad, de nuestra cultura. Somos la expresión activa del mundo social en el que vivimos.

Si todo este proceso fuera posible, tal fue la idea de Parsons, la sociedad sería racional y ordenada. El individuo sería libre de elegir “lo mejor” dentro de lo institucionalmente aceptado y el control de la sociedad se limitaría “a la producción de individuos activos y socialmente responsables”[7]

Que pasa cuando el niño no logra internalizar los valores universales?

“Si los niños no aspiran al universalismo y al mérito, las calificaciones inferiores no parecerán un castigo legítimo (falta de recompensa); como no han internalizado profundamente los valores escolares, pueden creer que han seguido actuando de modo correcto según su propio juicio”[8] Surge aquí el grupo de pares donde el individuo se escapa de la presión de cumplir con los deberes institucionalizados de la escuela para ir en busca de sentido e identidad; aunque para Parsons ese no sería gran problema siempre y cuando la identificación primaria esté depositada en el docente y la escuela.

En cambio cuando el niño, adolescente o adulto internaliza los valores generalizados de lo que es ser un buen alumno, profesionista o ciudadano logra la asignación de un reconocimiento por parte de la institución. “Con más de una persona…[ ]…siempre tiene que haber una división de los bienes. Esta división produce mecanismos de competencia y evaluación para ver quien consigue qué”[9]. Al obtener una asignación por encima de los demás, se crea una diferenciación en el individuo, se es parte del grupo, pero de diferente manera. Lo importante de reconocer es el valor común de la diferenciación donde se le atribuye la diferenciación al logro y no al status[10]

Es así como las instituciones por medio de asignaciones simbólicas o de dinero premia a los individuos que cumplen con los deberes propios del rol que se está representando en sociedad y que desde pequeño fue aprendiendo a construir con la ayuda de sus padres primero y después en el proceso de socialización en la escuela.

La inteligencia no está entonces en sacar buenas calificaciones (aunque este sea un valor importante y reconocido) sino en la capacidad que tenga el niño de aprender los valores comunes para jugar el juego social. Desde pequeños “vamos” construyendo nuestra personalidad individual, pero esa personalidad también se tiene que ajustar a la hora de salir a interactuar con el mundo que nos rodea. A la hora de jugar “el juego que todos juegan” tenemos que estar convencidos que lo que queremos hacer es lo que debemos hacer. Y aunque suene paradójico ese es una de los valores de la voluntad en el sistema de Parsons; “el voluntarismo está ejemplificado por teorías que ven a los individuos como socializados por los sistemas culturales”[11]

Si jugamos “el juego que todos juegan” bajo las reglas establecidas por las instituciones, bajo el entrenamiento de la escuela y como aprendices ejemplares, será posible en este sistema ideal la movilidad social.

Si aceptamos entonces que lo “exterior” también somos nosotros, desaparece la idea de ver al sistema social como algo ajeno a nosotros, una cárcel, una jaula, un organismo con vida propia que no depende de nosotros en manera alguna, entonces va apareciendo ante nosotros la imagen de un teatro, “El gran teatro de mundo” como lo llamó calderón de la Barca a mediados del siglo XVII.

En este teatro el hombre desempeña diferentes papeles en el gran drama de la sociedad. El hombre no inventa estos papeles, los crea la sociedad según sus necesidades y es esta una condición inalterable por el hombre, pero existe el esfuerzo y la capacidad de juzgar e interpretar las situaciones para convertirlas en medios. Así como en el teatro el mejor actor se queda con el mejor papel, es la sociedad quien nos entrena para que con nuestro esfuerzo podamos aspirar a desempeñar de la mejor manera nuestro rol, cualquiera que este sea, en la sociedad.



[1] Jefrey Alexander. La teoría sociológica desde la segunda guerra mundial. Gedisa, Barcelona, 1989, pág 28

[2] Ibíd. Pág 29

[3] Ibíd. Pág 39

[4] Ibíd. Pág 73

[5] Maria de Ibarrola. Las dimensiones sociales de la educación. SEP-Cultura. El Caballito, México, 1985, pág 63

[6] Pedro Hernández Ornelas. Cambio social y sociología del cambio. ICSyH-BUAP, México, 2001, pág 91

[7] Jefrey Alexander, op cit, pág 71

[8] Ibíd, pág 76

[9] Ibid, pág 51

[10] María de Ibarrola, op cit, pág 65

[11] Jefrey Alexander, op cit, pág 21

No hay comentarios.:

Publicar un comentario