lunes, 25 de mayo de 2009

ARTÍCULO sobre el prianismo


Salinas y Fox, o los avatares del prianismo


Por Úrsula Alanís Legaspi, Socióloga por la UAM


Sin duda alguna, Carlos Salinas es uno de los personajes más sinistros, nefastos y temidos de la política mexicana. Su estampa es la vil personificación de lo más negro de un sistema que a lo largo de poco más de setenta años envolvió al país con un discurso corporativo y popular sumamente digerible, pero no por ello menos ignominioso.

Hombre de tormentas, en las últimas semanas Salinas ha dado nuevamente de que hablar. Primero, al ser señalado por Carlos Ahumada como el operador principal de los videoescándalos, y después al ser ventilado por Miguel de la Madrid como cómplice de los actos de corrupción de sus hermanos Raúl y Enrique, a quienes también se les ha relacionado con el narcotráfico.

A casi quince años del término de su sexenio, sus dichos y hechos siguen sacudiendo la poca estabilidad de un México vulnerado por los malos designios de su clase política.

Las cínicas tácticas con las que encara su pasado proceder -malos manejos de la partida secreta, nexos con los principales capos de la droga, detenciones vengativas de líderes gremiales, asesinatos a sangre fría de sus principales detractores, orquestador de los más vergonzosos fraudes electorales, etc., etc.- exponen de manifiesto, no sólo su malévola agilidad mental, sino el miedo que continúa ejerciendo en un amplio sector de la política mexicana que no podría entender su parasitario bienestar, sin la ayuda y presencia de tan desfavorecedor personaje para el sano desarrollo de la democracia nacional.

En el año 2000, México vivió uno de los momentos políticos más importantes de su historia, la caída del priísmo y la llegada al poder de un hombre, Vicente Fox, que prometió darle nuevos aires a una nación sedienta de cambios.

Con el paso del sexenio, pudimos constatar que esas buenas intenciones se quedaron sólo en eso, en intenciones, y que el candidato que se ganó la simpatía de varios sectores de la población, en gran medida, gracias a la esplendida labor de mercadeo político que lo acompañó durante la contienda electoral, era sólo un ‘producto’ inflado, iletrado, incapaz de resguardar la mínima mesura en actos de suma envergadura e incompetente para llevar las riendas de un país con fuertes problemas sociales, económicos y políticos.

Con la ayuda de la voraz ‘telecracia’, representada con la dupla macabra Televisa - TV Azteca, Fox disimuló sus rotundos fracasos e intentó crear, por medio de fantasiosos spots y campañas publicitarias, un país en el que la pobreza, el desempleo, la inequidad y la inseguridad eran recuerdos de amargos ayeres producidos a lo largo de más setenta años de la más pura dictadura partidista que la historia Latinoamericana haya vivido jamás.

El hartazgo fue la chispa que detonó que miles de mexicanos votaran por una supuesta alternancia. Quienes sabíamos de esta pantomima, no nos sorprendimos con las tropelías que a su paso dejara el foxismo, cuya manera de desenvolverse reflejó la profunda cultura política que nos heredaron los más ‘ilustres’ personajes de esa larga y pesada noche llamada priísmo.


Foto: http://www.cnnexpansion.com/photos/2008/09/01/calderon-es-mejor-que-fox-pero-peor-que-salinas-notimex.2008-09-08.7464369228

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