jueves, 13 de noviembre de 2008

ARTÍCULO sobre Educación y democracia

R e v i s t a E l e c t r ó n i c a d e E d u c a c i ó n A ñ o 5 N o . 4 8 N o v i e m b r e - D i c i e m b r e 2 0 0 8


EDUCAR PARA LA DEMOCRACIA

Manuel Hernández Pérez

Sociólogo e historiador, Profesor de la Facultad de

Sociología-SEA de la Universidad Veracruzana


Introducción

Para que exista una verdadera participación democrática se necesita formar y educar ciudadanos. Esta es una tarea que le corresponde a la sociedad entera, pero para realizar esta gigantesca labor, es preciso tener en cuenta el contexto económico, político y socio-cultural en donde se desea llevar a cabo. Mucha de la indiferencia que se vive en la actualidad por parte de los jóvenes (secundaria, preparatoria, universidad) es provocada por la cultura a la carta que se vende por televisión y por los medios electrónicos (Internet, señal satelital, televisión); donde se difunde la idea de una vida fácil, donde no importan los demás, sino, sólo satisfacer sus propios deseos y metas. Esto deriva en un individualismo que no permite una convivencia tolerante y plural de las demás ideas y formas de vida.

Muchos espacios de la vida pública han caído en la trampa de aquella premisa consumista: “Consumir para ser más importante”. Esta situación es constatable en la forma que actúan los jóvenes estudiantes ante las exigencias de sus comunidades para participar e involucrarse en la transformación social. También se nota en el tedio que muestran a participar en actividades comunitarias y de compromiso social. Muchos ni siquiera acuden a votar y sienten una aversión hacia los partidos políticos.

La poca participación de los jóvenes en la vida pública, se debería entonces a razones que tienen que ver con la cultura que aprenden donde viven y también a que las instituciones encargadas de promover una cultura participativa y democrática (escuela, familia, autoridades) no practican los valores de la democracia. Desde mi punto de vista el dicho aquel que sentencia “Las palabras vuelan pero el ejemplo arrastra”, sigue siendo válido; podemos dar cursos o talleres, elaborar proyectos muy bonitos, pero si institucionalmente no se vuelven norma, hábito y costumbre, la participación quedará en lo electoral y lo inmediato. México requiere de instituciones fuertes, no de grupos dispersos por todo el país, gritando que debemos ser más democráticos; mientras México no sea un país de leyes e instituciones y éstas no se respeten, todo seguirá siendo “Una voz que clama en el desierto”.

A continuación presento algunas reflexiones acerca de la relación entre educación y democracia y la importancia que tienen para que nuestras comunidades tengan mejores condiciones de vida.

La importancia de educar para la democracia.

El filósofo español Fernando Savater plantea que los peores enemigos de la democracia es la conjugación de la miseria con la ignorancia y agrega al respecto: “…No puede haber una auténtica democracia si no hay personas capacitadas para manejarla de forma crítica, para usar sus garantías, para utilizar sus instituciones, para exigir de los gobernantes la limpieza y la adecuación a sus funciones que naturalmente hay que pedirles. Entonces, la educación es aquello que permite utilizar la democracia” (Savater; 1995).

Esto que nos plantea Savater es nodal, porque nos convoca, a quienes nos dedicamos a la docencia, a meditar acerca del papel que desempeñamos en la formación de los futuros ciudadanos que respondan a los problemas y retos de una “sociedad moderna” y con la capacidad de comprender las razones de los demás con los cuales convive.

Debemos tener en cuenta que la democracia no es un elemento natural, sino que, es un producto de relaciones sociales, que se va construyendo y que por lo tanto hay que enseñar a los ciudadanos a utilizarla y darle buen uso y creo que allí reside la importancia del papel que desempeña el maestro, establecer las condiciones para que la democracia se desarrolle entre sus alumnos. De allí deriva que tenemos que concebir a la democracia como un instrumento o herramienta que ayuda a cambiar nuestra realidad, pero esto dependerá de cómo sea utilizada. Y como la democracia no resuelve por si misma todos los problemas, los ciudadanos deben prepararse para exigir sus derechos, pero también para respetar las normas, leyes y también conocer los mecanismos para elegir a las personas más idóneas para representar sus intereses.

La democracia no puede resolver todo los problemas que existen en nuestra sociedad, pero también debemos recordar que para solucionar cualquier problema debemos de partir de principios democráticos y aquí la educación vuelve a aportar su granito de arena, al formar ciudadanos que racionalmente valoran y sopesan su participación en la sociedad donde les toca vivir.

Por ello para que la educación que se imparta sea una educación para la democracia, ésta tiene que ser crítica, no puede reducirse a una trasmisión de una serie de esquemas dogmáticos o canónicos. Los temas, que siempre debemos defender y no dejar de lado, serían aquellos referentes a los derechos humanos, a los valores fundamentales que tienen que ver con la paz, la tolerancia, la justicia, la igualdad, ser solidarios; en esto siempre debemos ser tenaces. Por ello toda sociedad educa a las futuras generaciones en aquellos valores que desea perpetuar, que la ayudan a reproducirse sin dañarla.

La democracia como proceso socialmente construido.

Para que la democracia se dé, también tiene que haber una educación democrática y ésta se construye, no se da de forma natural o por generación espontánea, es resultado de una intrincada red de relaciones e interacciones sociales.

La mejor manera para aprender a ser democráticos es aprendiendo de los demás, sobre todo cuando de enseñar prácticas democráticas a los niños o jóvenes se trata. En primer lugar estarían los políticos, que con sus prácticas mandan mensajes cifrados o muy evidentes de cómo se debe actuar en la vida pública, en segundo lugar estarían los medios de comunicación, pues tienen un papel central en la forma en que se trasmiten los mensajes hacia la población y de ellos depende que sean lo más objetivos posibles para que ayuden al ciudadano a crearse una opinión más cercana y veraz de los problemas sociales.

También las personas aprenden a ser democráticos viendo que los demás se organizan para resolver sus problemas cotidianos. Pero la escuela también tiene una responsabilidad en la construcción de la democracia, sobre todo en tiempos difíciles como los relatados en la introducción de este trabajo, Gilberto Guevara Niebla nos lo plantea de la siguiente manera:”Pero creo también que la escuela tiene un papel importante en la educación de los ciudadanos, y que una escuela -preescolar, primaria, secundaria- como la universidad, forma líderes, y debemos preocuparnos por que forme líderes democráticos. Nos preguntamos cómo formar en la universidad líderes democráticos, aquí hay que resolver varios problemas: primero necesitamos que la universidad genere conciencia ciudadana, es importante no negar que a nivel universitario los educadores tenemos una responsabilidad –en preparatoria sobre todo pero también en la licenciatura- ya que está ocurriendo algo con los jóvenes que cada vez posponen más su ingreso a la madurez, a la vida ciudadana; lo que tenemos son unos jóvenes de los que se habla de una especie de complejo de Peter Pan, o sea los niños que quieren ser siempre niños, que cumplen 18, 20, 22, 25, 30 años y quieren seguir siendo niños, seguir viviendo en casa de papá y tener la protección de papá y mamá porque tienen miedo; este es un fenómeno actual, y lo que ocurre en realidad es que esta infantilización va asociada a muchas otras cosas” (Guevara;2005). El tipo de inteligencia de los jóvenes de hoy es más dúctil y con mucha facilidad cambian los patrones de conducta dependiendo de sus intereses y necesidades y no tanto como respuesta a los requerimientos de la sociedad donde viven.

El principal problema que se enfrenta al momento de iniciar esta empresa de educar para la democracia, es que nuestra sociedad y el sistema educativo son de corte autoritario, algunos analistas de este sistema en México nos plantean que desde la primaria hasta la universidad existen elementos adversos para impulsar este proyecto, donde se forme y eduque a los futuros ciudadanos en los valores de la democracia (Ornelas, 1997; González, 2001). Existen relaciones sociales que determinan la producción y reproducción del conocimiento en los centros educativos, las relaciones del maestro con la burocracia institucional, la dependencia y control por parte de los sindicatos, las relaciones con el entorno que rodea al trabajo docente, los malos salarios, la figura que ha creado el imaginario colectivo estatal en torno a la figura del maestro, como constructor de la nación e impulsor del desarrollo, pero que en ocasiones no cuenta con lo mínimo para realizar sus labores. Ello no quiere decir que no existan personas que estén formando con los recursos que tienen a la mano para educar en la democracia, en la realidad encontramos a maestros, padres de familia, instituciones, ONG´s, involucradas en esta causa. Pero lo que no podemos dejar de lado al momento de pensar cómo educar en la democracia, es que, este proceso es una construcción social, donde entran muchos actores y circunstancias, de lo contrario cualquier proyecto fracasará.

El reto que hoy se nos presenta tiene que ver con la necesidad de revisar como está funcionando el sistema educativo en su conjunto y también revisar el tipo de democracia que queremos, porque con tanta desigualdad y pobreza en el país, algo no está funcionando. Hoy se habla mucho de “calidad de la educación” dentro de los nuevos proyectos de modernización educativa, pero Guevara Niebla nos advierte que “…Las palabras calidad educativa no abarcan necesariamente la educación cívica, no abarcan la necesidad o la obligación del profesor de formar niños autónomos, autosuficientes, críticos, libres, etc. Calidad es una palabra que viene de la economía y que se refiere sobre todo a los aspectos técnicos e instrumentales de la educación” (Guevara, 2005).

Este enfoque gerencial y tecnocrático no sería la vía para sentar las bases de un nuevo sistema educativo alternativo. Suena más a un esquema de control foucaultiano, donde las políticas y técnicas de ordenamiento escolar que vienen desde los centros de mando y que se deben hacer efectivas entre maestros y alumnos, son las reglas de oro de la calidad y excelencia educativa.

La democracia como forma de vida

La democracia no debe ser vista sólo o únicamente como un método de elección de representantes, es decir, un sistema jurídico-electoral donde la participación de los ciudadanos sólo se limita a ir a depositar su voto el díade las elecciones.

La democracia debe ser vista como “una forma de vida” en toda la extensión de la palabra, esto quiere decir que debe estar presente en todos los microespacios de la sociedad. Desde el seno de nuestros hogares, hasta el trato patrón-empleado, todas las relaciones sociales deben estar permeadas por los valores de la libertad, la responsabilidad, la igualdad, tolerancia, justicia, el pluralismo y la participación ciudadana (Salazar y Woldenberg, 1997).

En este proceso de construir la democracia como forma de vida el factor educación es central, sobre todo cuando una generación trasmite a otras aquellos valores que considera esenciales para seguir reproduciéndose de forma segura. Por ello los ciudadanos adultos no podemos olvidar esta tarea de apoyar no sólo a los hijos, sino también a sus maestros, Guevara niebla lo plantea de la siguiente manera: “En una sociedad democrática, los ciudadanos adultos además de elegir a sus gobernantes tienen derecho a decidir cómo se va a educar a la nueva generación de ciudadanos, si los ciudadanos adultos volvemos la espalda a esa obligación y ese derecho, la facultad de educar a los nuevos ciudadanos se diluye y eso es lo que está ocurriendo en México, los ciudadanos no nos damos por enterados de la obligación y el derecho que tenemos de educar a los ciudadanos.

Los padres de familia dejan a los niños en la escuela a las ocho y los recogen a la una, pero se preocupan muy poco por saber qué les enseñan, qué están viviendo, qué valores están adquiriendo, qué conocimientos, etc., y mucho menos se responsabilizan de apoyar la vida escolar y de ayudar a resolver los problemas de la escuela; en consecuencia tenemos una ciudadanía que no está cumpliendo su responsabilidad ni ejerciendo su derecho de educar” (Guevara, 2005).

El ejemplo que nos pone Guevara Niebla es ilustrativo de cómo podemos contribuir a que la democracia sea una forma de vida muy real y cotidiana.

Conclusión

Concluyo citando nuevamente a Savater: “Muchas veces he dicho que la educación es el instrumento para luchar contra la fatalidad social, contra esa fatalidad que hace que el hijo del pobre siempre tenga que ser pobre, que el hijo del ignorante siempre tenga que ser ignorante.

La educación, precisamente, lucha contra esto, produce un cambio y permite que la fatalidad social se rompa, y eso es lo que el Estado tiene que garantizar, que la educación llegue a todo el mundo, que los profesionales de la educación estén tratados de una manera digna, que tengan los elementos necesarios” (Savater, 2005).

Es verdad, si no logramos romper el círculo vicioso de pobreza e ignorancia, jamás lograremos que nuestros pueblos sean democráticos, es decir, que no sólo participen en los procesos de selección de sus gobernantes y se interesen por los asuntos públicos, sino que también, tengan acceso a una vida digna, con empleos y salarios justos. No se puede concebir la democracia electoral, sin la democracia social.

Bibliografía

Chomsky Noan y Heinz Dieterich (1997) La sociedad global.

Educación, mercado y democracia. Joaquín Mortiz. México.

González Casanova Pablo (2001) La Universidad necesaria en el

siglo XXI. Siglo XXI. México.

Guevara Niebla Gilberto, Conferencia Magistral. Foro Internacional

“Educación, política y democracia”, Feria Internacional de

Libro Universitario de la Universidad Veracruzana 12 de

Septiembre de 2005.

Ornelas Carlos (1997) El sistema educativo mexicano. FCE. México.

Savater Fernando, Conferencia Magistral. Foro Internacional

“Educación, política y democracia”, Feria Internacional de

Libro Universitario de la Universidad Veracruzana 13 de

Septiembre de 2005.

Salazar Luis y José Woldenberg (1997) Principios y valores de la

democracia. Cuadernos de Divulgación de la Cultura

Democrática. Núm. 1, IFE.

www.escuelasecundaria.dnsalias.com

2 comentarios:

Nancy Ortiz dijo...

Leí esa conferencia de Fernando Savater en la UV, muy buena. Por otro lado, me parece que lo que plantea en su artículo es fundamental para que la educación tome otro rumbo. Como maestra de educación básica, puedo observar que los planes de estudio contemplan entre sus propósitos promover ciertos valores en los alumnos, como la tolerancia, solidaridad y democracia. Sin embargo, en la praxis se toma como simple retórica, pues se le da más peso a los contenidos académicos.
Me parece, que la educación debe tomar otro rumbo. Los educadores, debemos hacer un análisis de los problemas que enfrenta nuestra sociedad y a partir de ese diagnóstico, platearnos objetivos que respondan a esas necesidades, es decir, formar ciudadanos capaces de hacer frente a los problemas que queremos resolver. En ese sentido, creo que actualmente debemos dar mayor peso a la educación en valores, pues la sociedad lo requiere. No significa dejar de lado otros contenidos, sino buscar las estrategias para promover como dice, valores que nos hagan mejores ciudadanos. Y efectivamente esto no sólo es tarea de los educadores sino de la sociedad en general. saludos.

Manuel Hernández dijo...

Nancy, agradezco tus comentarios, me enriquecen mucho y me hacen repensar las cosas que escribo. Y estoy de acuerdo contigo, porque una sociedad sin valores, es una sociedad que va directo al despeñadero. Ya Weber nos lo advertía hace más de un siglo.
Yo también te mando muchos saludos y me dio mucho gusto leer tu comentario.